Cuando
murió hace ya varios años el director de cine Michelangelo Antonioni, recuerdo
que en su obituario lo definieron como el director de la incomunicación. Yo hoy
definiría a Richard Linklater , director de la magnífica trilogía Antes del Amanecer, Antes del Atardecer y Antes del Anochecer, como todo lo contrario: el director de la
comunicación. ¿Por qué? Pues porque la trilogía que voy a comentar en este post es netamente
comunicativa. La comunicación en las películas de Linklater se da en un doble sentido: intrínsecamente (dentro de la pantalla, esto es, entre los propios
personajes) y extrínsecamente (entre
la película y el público).
Intrínsecamente, la trilogía es un diálogo profundo, cotidiano,
entre los dos principales personajes, Celine y Jesie interpretados
magistralmente por Julie
Delpy y Ethan Hawke respectivamente. La profundidad del cine de
Linklater parece casi una bofetada a las superproducciones de Hollywood,
rápidas y fast food, frente a la recreación de la vida ordinaria (the ordinary
life) de los personajes que nos muestra Linklater. Celine y Jesie son personajes reales, reales
porque son verdad en el sentido que comenta Jesús González Requena: muestran la
angustia vital de los autores (los actores-guionistas
y el propio director) por superar una experiencia vivida (un miedo, un anhelo,
etc.). Son personajes de carne y hueso a los que los guionistas y el director
dotan con sus propias experiencias. Este realismo, esta verdad, es lo que hace
que sea una película muy empática. Y a esto es a lo que me refería con lo de
que era extrínsecamente
comunicativa. La cotidianidad de los personajes, la verdad de los personajes,
hace que nos identifiquemos y vivamos con ellos (comunicación
película-público). Estamos faltos de verdad en el cine de la cultura popular (cuántos
relatos anodinos que no creemos en la gran pantalla!) y sin duda, la verdad de
la trilogía es lo que la hace una narrativa eminentemente bella y comunicativa.
El
mensaje de la trilogía es maravilloso y diferente, rompe. Lo que nos vienen a
decir los extensos diálogos de Jesie y Celine es que la belleza está en la vida
cotidiana.
Porque Richard Linklater nos presenta a los personajes desnudos
de artificio, desprovistos de épica, de mito o de cualquier atisbo de
heroicidad. No son héroes, son personajes reales, como tú y como yo. Y es que
es ahí en donde está la felicidad, en la vida cotidiana, por más que Hollywood
quiera vendernos las grandes gestas, los grandes eventos, las gestas
extraordinarias como fundadoras de la felicidad humana. Esto me recuerda a una
conferencia del profesor González Requena en el festival de cine de Valladolid
hace ya varios años, “hacer bien el amor es muy difícil” (citado en el libro el Texto y el Abismo)… Construcciones
cinematográficas frente a la vida real… Pero Linklater no cae en el artificio y
va mucho más allá. La belleza, la felicidad, el sentido está en el día a
día, una idea que de nuevo aparece con fuerza en Boyhood, su última producción. Este es para mí uno de los reclamos más
potentes que hace el autor: la rutina es bella.
Antes del amanecer, antes del atardecer,
antes del anochecer.
La trilogía nos sugiere las tres etapas de la vida en pareja. El enamoramiento
primero, la consolidación después y la madurez de la vida en pareja por último. Aunque habría otra
interpretación. No son solamente posibles etapas, sino que los títulos reflejan
el realismo, lo que va a estar presente en la relación de pareja en el día a
día. Tendremos muchos amaneceres, atardeceres, anocheceres…
Para mí, la clave
de la trilogía, la clave de la pareja, está en la pelea última de Antes del Anochecer. “Creo que ya note quiero”, le dice Celine a Jesie en uno de los momentos de mayor tensión (en
inglés, claro, el doblaje al castellano intensifica mucho las discusiones entre
ellos dos). ¿Cómo superar ese momento? Ellos lo hacen porque la pareja, la
relación, se ha construido mediante el diálogo, mediante la comunicación
empática y auténtica (y por eso es una pareja sólida, que no se ha construido
solamente a partir de la sexualidad, o los hijos, o la familia, o el trabajo,
sino todo a la vez fundamentado en un diálogo constante). Y cuando parece que
todo está roto, Jesie
se saca una genialidad de la manga: una carta escrita por Celine en el futuro. ¿Y
qué es lo que hace esa carta? Recordar (re-cordar, volver a pasar por el corazón) el pasado, volver a pasar
por el corazón lo vivido. Y cuando lo vivido es bello, es bonito, es auténtico,
es amor verdadero; es decir, cuando lo que volvemos a pasar por el corazón es
verdad, no hay nada que las diferencias del día a día, que las miserias que
arrastramos en nuestra vida cotidiana y que llevamos a la pareja (nuestros miedos,
nuestras dudas y preguntas, nuestras inseguridades), no puedan ser superadas.
La
comunicación ha construido a la pareja, y la falta de ella es
lo que puede terminar destruyéndola. Por eso mismo, en la comunicación es en donde está la
solución a la crisis de pareja. Cuando Jesie lee la carta desde el futuro, está
planteando un juego comunicativo, un empezar de nuevo que pasa por la
recuperación de la memoria amorosa-romántica. Las parejas necesitan tener
memoria, necesitan recordar, revivir lo pasado (solamente podemos revivirlo
mediante la comunicación) y es ahí en donde está la salida a la crisis y el
comienzo de la noche romántica. Los 3 últimos minutos de la última película de la trilogía para mí son los más
importantes de toda la producción. Suponen el superar las diferencias, que siempre van a
estar ahí, mediante la comunicación y el recuerdo. Siempre va a haber
diferencias y conforme vayamos cumpliendo años más. La clave está en superarlas
mediante la comunicación y volviendo a aquello que algún momento nos unió (claro!
El problema es cuando no hay nada a lo que volver!). Y ese ejercicio es
netamente comunicativo. Es sano que haya discusiones, lo preocupante sería que
no los hubiera. La comunicación es lo que nos construye, lo que nos une, su ausencia es lo que nos separa y es, y ahí está la paradoja, lo que permite reconstruir lo
dañado.
En
conclusión, la trilogía es comunicación entre los personajes, una comunicación
que es verdadera y que por ello, hace que nos identifiquemos con las
situaciones que vemos en la gran pantalla. Por esto la trilogía de Linklater está muy alineada los planteamientos de los filósofos del diálogo (Martin Buber o Emmanuel Levinas). Y como es comunicación, la trilogía
tiene un comienzo y un final muy comunicativos también. Recordemos la primera y
última escenas.
Escena primera. Encuentro en el tren. El oído como metáfora
de la comunicación. Están en el tren, constante movimiento, que puede
simbolizar el mismo transcurrir de la vida.
Hay una
pareja discutiendo en el tren. Celine y Jesie se miran y ella le dice:
- Celine: has oído decir que cuando una pareja se hace
mayor pierde su capacidad auditiva?
- Jesie: No
- Celine: Bueno, por lo visto, los hombres pierden
primero la percepción de los agudos y las mujeres de los graves. Supongo que de
algún modo se compensan.
- Jesie: Será la forma que emplea la naturaleza para que
las parejas envejezcan sin matarse
Escena final. Los dos
personajes (tan reales!) sentados en el puerto marítimo griego (qué mejor
contexto para la reconciliación?). Y ese
diálogo final que conecta con el primero en el tren:
- Jesie: You want to life some fairy tale. But if you
want true love, this is real, this is real life, it is not perfect, but it is
real.
Él suspira, la mira, ella parece que va a llorar, agacha
la mirada. Suspira. Y pregunta:
- Celine: What about that time machine? How does it work?
Space time continuum…. Wow, you are so Smart…
Dejan de hablar de sí mismos, superan su solipismo, terminan
riendo juntos y viviendo la empatía, se identifican el uno con el otro (acaso
no pasó esto en el tren?). La EMPATÍA con mayúsculas. Ambos tienen el don de escuchar
al otro, no han perdido, a pesar de los años, su capacidad de escucha y de diálogo,
su capacidad de escuchar “los graves y los agudos” que comentaban en el tren en
la escena primera. Ellos no dejan nunca de escucharse porque la escucha es la acción
más importante de la comunicación, algo que, parece ser, pierden las parejas
con los años. Pero no Jessie y Celine, quienes están en muy buena forma
comunicativa.
En la primera
conversación del tren, Jesie pone voz a la filosofía de Linklater y dice a
Celine en la cafetería mientras le cuenta su proyecto de programa de
televisión: “Yo lo llamaría la poesía de la vida cotidiana”.
Las tensiones tienen que ver con
los espacios de autonomía o de actuación dentro de la pareja (él quiere
regresar a USA junto a su hijo, ella aceptar el trabajo en Francia). Las
parejas implican una doble tensión entre la dependencia del otro y el reclamo
de espacios de autonomía propios. Esta idea ha sido más ampliamente desarrollada por Leslie Baxter y su teoría de la relación dialéctica