La mediocridad en el ámbito laboral es una realidad que creo no vamos a descubrir ahora.
Siempre he mantenido que es preferible ser malo (en el trabajo, escribiendo poemas o pintando un cuadro) a ser mediocre. La tibieza me pone de los nervios... Quizá sea porque, en muchas ocasiones, el mediocre ni tan siquiera es consciente de su poca calidad, por lo que mejorar se torna en una ardua tarea, yo diría que casi en una tarea imposible.
TERRIBLE AFIRMACIÓN: El que nace mediocre, muere mediocre.
El mediocre, además, como no tiene valía, no acumula los méritos necesarios para prosperar en el trabajo, de tal manera que suele utilizar medios varios (casi nunca lícitos) para ascender y mejorar.
Evidentemente, el mediocre dedica su jornada laboral a hacer "política de empresa", como yo la llamo. La "política de empresa" -muy española, por otra parte- es bastante conocida por todos: peloteo, dimes y diretes, interminables cafés y charlas en los pasillos... Así pasa el mediocre sus días, soporíferos días, soporífera vida.
El caso es que el mediocre practica y mucho la pseudocomunicación, esto es, la falsa comunicación. Dice López Escobar en la introducción de la obra de McQuail Modelos para el estudio de la comunicación colectiva: “Comunicar, en sentido estricto, significa compartir contenidos de conciencia. Compartir equivale a poner en disposición del otro, de los otros, lo que uno tiene. ¿Cómo sería posible, a partir de esa noción, considerar comunicación a la expresión mentirosa, a la simulación? (...) Existe una comunicación falsa, que goza de algunos rasgos propios de la comunicación en el sentido pleno”, pero que no es comunicación.
El mediocre es tan imbécil que ni siquiera es consciente de que no hace nada, tampoco comunicar, acaso, como ya he dicho en algún que otro comentario, una de las realidades más bellas de las que dispone el ser humano.
La comunicación nos hace más humanos porque a través de ella nos damos y abrimos al otro.
Ojo con los mediocres y su constante falsa comunicación, cuya práctica los deshumaniza y, por tanto, animaliza.
Un saludo a todos!
8 comentarios:
La realidad, en ocasiones, resulta difícil de digerir. Sin embargo, es muy bueno poder dar cuenta de lo que hay. Y es cierto que la mediocridad está a la orden del día.
A pesar del lastre que supone trabajar junto a "trepas" y mediocres, es cierto que estos seres también hacen su aportación a la comunidad en la que viven: fomentan en los otros el deseo de no parecerse, ni de lejos, a ellos y, por eso, ponen en marcha los resortes que hacen del trabajo humano algo digno, convirtiéndolo en un instrumento idóneo para servir a los demás. Gracias por tu artículo, Leo.
Algunos mediocres son necesarios; si no existieran, nadie "sobresaldría" y en realidad todos seríamos mediocres.
NO me gusta la mediocridad, he luchado (si se le puede llamar luchar a algo que yo haya hecho) toda mi vida para no ser mediocre y nada me aterraría más que el que se me recordara por serlo, o peor, que no se me recordara precisamente por serlo.
Siempre intento superarme cada día, incluso en tonterías gigantescas; me propongo aprender a hacer algo y hasta que no lo consigo no paro. Gracias a eso he aprendido a hacer ganchillo y punto, a doblar la lengua y a silbar con los dedos en la boca, que son auténticas majaderías por cierto, pero también he logrado aprender otras cosas que, también por cierto, ahora mismo no recuerdo.
Volviendo a lo que has escrito, creo que el principal peligro que corre el mediocre es que es trepa por naturaleza y sólo se "esfuerza" en conseguir algo si con ello va a "ganar" a alguien, si con ello se va a ganar la falsa admiración de los que se le queden por debajo.
Hace unos años se me ocurrió que no intentaría ser nunca mejor que nadie excepto que yo misma el día anterior.
"¡Ay de los tibios!. Más os habría valido ser fríos o calientes, mas porque sois tibios os vomitaré de mi boca", dice la Biblia.
Que hasta el fracaso más absoluto es preferible a la mediocridad, piensan algunos. Pero no olvidemos que la causa de ésta no es sino la ignorancia, la falta de conocimiento y la insensatez. Y, que yo sepa, TODOS somos ignorantes en algunas parcelas de nuestras vidas, y por tanto, susceptibles de ser mediocres en según qué áreas. La clave es la actitud ante esa ignorancia. Probablemente el mediocre, cuyo obstáculo más profundo sea su "yo interior" presuma de la sencilla filosofía con la que se toma la vida y más difícil aún les resulte darse cuenta de que consumen tontamente su existencia.
Debemos aprender que la sabiduría no tiene tanto que ver con la cantidad de conociminetos y experiencias adquiridos sino con lo que somos capaces de hacer con ellos.
Que la mediocridad es una enfermedad sin dolores, sin apenas síntomas visibles. Hay que alejarse de ella. Hacer un esfuerzo para salir de la vulgaridad. Llenar nuestras vidas de algo que les de sentido.
En definitiva, quiero delimitar mi crítica a la mediocridad.
No ataco a los hombres
que nacen mediocres ni a aquellos a los que la mediocridad les cae encima. Condeno a aquellos que logran la mediocridad.
Como comenta María, superarse día a día es un reto precioso, difícil pero apasionante...
Es posible que la reflexión de cartagenera (morena ;-) ) sea más optimista que la mía... Jeje, yo apuntaba que se nace mediocre y ella señala que es un "logro" que tienes que alcanzar.
La verdad es que cuando yo hablaba del mediocre en el ámbito laboral, me refería a una persona con pocos escrúpulos y escasa ética, trepa, que no pestañea si tiene que cortarle la cabeza a un compañero o hacerle la pelota al jefe.
Por eso discrepo sólo en una parte de lo que señala cartagenera: la mediocridad no te cae encima, casi por casualidad, sino que forma parte de tu propia identidad, de tu propio yo.
Qué gustazo da estar rodeada de gente hecha de una pieza, entera, sin dobleces, que va de frente, que llega hasta donde puede...
Un abrazo muy muy fuerte a todos!
¡Hola, Leo! En primer lugar, creo que nadie es mediocre en todo, sino en determinados aspectos o actividades. Y, partiendo de ahí, opino que se puede ser mediocre en algo por dos razones: por naturaleza (es decir, por no estar cualificado o carecer de las aptitudes necesarias para llevar a cabo una función) o por dejadez o abandono.
Y hasta las personas más dejadas pueden ser muy buenas haciendo cosas para las que están muy capacitadas y que además les hacen disfrutar.
No estoy de acuerdo con la creencia de que una cosa merece la pena sólo porque cuesta esfuerzo conseguirla; no siempre es así. Pero es que además hay muchas cosas que merecen la pena y que no requieren ningún esfuerzo.
Los que se hacen mediocres por desaprovechar sus cualidades están perdiendo, desde luego, una gran oportunidad; su proceder no parece muy inteligente. Sin embargo, no entiendo esa afirmación de que por ello no son aptos para la comunicación.
Si alguien tiene capacidad para ser el más rápido en los 100 metros lisos, puede decidir no entrenarse y, así, entregarse a la mediocridad. Bien, pero, ¿qué barreras se interponen entre él y yo para comunicarnos?
En cuanto a la falta de moralidad, no creo que alguien sea mediocre porque no tenga moral, ni viceversa. Lo que pienso es que un mediocre en su profesión puede ser, además, un "perfecto" sinvergüenza sin escrúpulos.
Enhorabuena otra vez por el blog y feliz verano.
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Interesante informacion yo empece en un tarbajo pero yo me consideraba mediocre y la verdad eso no me gusto y ahora soy de los mejores trabajadores y hago un buen trabajo.
Hola es muy importante tener una buena comunicacion en todos los lugares que vayamos pero por ejemplo es perjudicial tener mala comunicacion ya que esto afecta mucho
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