miércoles, noviembre 29, 2006

Superada la tesis... Horror!! Queda todo por hacer!!!

Ante todo, creo que la sensación que se te queda en el cuerpo después de defender una tesis es el no parar de darle vueltas a lo que dijiste, a lo que no, a lo que sugeriste o a lo que se te olvidó contestar...

Es gracioso como esto, que me ha tenido ocupada la cabeza durante los últimos días, es precisamente lo que nunca me había comentado nadie...

En general estoy muy contenta por como salió todo, creo que el trabajo y esfuerzo ha merecido la pena también por el reconocimiento del tribunal (que a nadie le amarga un dulce). Me quedo con todas las intervenciones de sus miembros, con los halagos y los ánimos transmitidos, aunque porque quizá fue la más polémica, bueno, la única polémica, sólo comentaré la intervención del profesor de la Rey Juan Carlos, Manuel Martínez Nicolás.

Y es que de nuevo salió a colación el debate sobre la existencia o inexistencia de las Ciencias de la Comunicación. ¿Existen las Ciencias de la Comunicación? O ¿es preferible hablar sobre investigación en comunicación, sin más?

Todos los que estamos enmarcados en este ámbito investigamos sobre la comunicación, para algunos esa investigación tiene identidad propia, esa investigación conformaría una auténtica disciplina, interdisciplinar, pero disciplina al fin y al cabo. Habría una segunda opinión que considera que no existen las Ciencias de la Comunicación como tales, sino que, existe la Sociología, la Psicología etc. y desde estas disciplinas, o, transversalmente, desde todas a la vez se investiga sobre comunicación.

Creo que la clave estaría en localizar algún rasgo que identifique a aquellas investigaciones realizadas desde la supuesta disciplina comunicativa y creo que dicha clave está en la perspectiva comunicacional que en alguna ocasión ha comentado Craig.

Es decir, más allá de que nuestro objeto de estudio es la comunicación (cosa que no sucede con la Antropología, Sociología o Psicología), quizá la clave radique en que lo abordamos desde una perspectiva comunicacional, es decir, partiendo de que la comunicación es el fenómeno clave que explica todos los demás.

Este es un tema que me interesa mucho y al que seguiré dándole vueltas, no me termina de convencer lo de ubicar nuestros trabajos en "tierra de nadie"...

UN abrazo a todos!

martes, noviembre 21, 2006

La consolidación de las Ciencias de la Comunicación está en el rigor metodológico

Creo que ésa es la conclusión más clara que saqué de la mesa de trabajo de Teoría y Metodología de la investigación del pasado Ibercom.

Claro que la labor no es ociosa: precisamente una de las grandes lagunas de nuestros ciclos de formación (de grado y posgrado) es la escasa formación metodológica que recibimos los comunicólogos durante la licenciatura o los estudios de doctorado. ¿Alguien podría decirme cuántos máster o cursos de posgrado hay en comunicación sobre metodologías de la investigación? En los cursos de doctorado la formación metodológica es residual (algún que otro seminario y poco más).

Así que al final parece que la formación metodológica o la recibimos de otra disciplina afín (véase sociología o psicología) o tenemos que sacarnos las castañas del fuego, es decir, siempre nos quedará la "autoformación" mediante manuales.

Por cierto, Juan José Igartua acaba de publicar un libro sobre metodologías cuantitativas de la investigación en la editorial Bosch. La obra no tiene desperdicio, así que habrá que ir poniéndose las pilas. Y qué mejor primer paso que un buen libro de investigación.

Bueno, nada más.

UN abrazo a todos!

Pd. Ha empezado la cuentas atrás para la defensa de mi tesis. NO me quiero poner pesada, pero entendéreis que a falta de una semana no puedo pensar en otra cosa. Así que la semana que viene, no volveré a publicar hasta el miércoles o el jueves. Así de paso cuento qué tal fue la defensa . Prometo contar fidedignamente todo lo que pase el martes 28 en el tribunal.

Más saludos,

martes, noviembre 14, 2006

IX Congreso Ibercom y ASEIC: una apuesta decidida por la consolidación de las Ciencias de la Comunicación españolas

Que las Ciencias de la Comunicación en España necesitan un mayor grado de consolidación es algo que pocos ponemos en duda. Parece que la consolidación institucional (por el número de instituciones que imparten nuestros estudios, por las revistas especializadas o los grupos de investigación consolidados) es un hecho, consolidación menos evidente en los referido a la producción teórica.

Y es que una de las históricas deficiencias de nuestro área de estudio es la falta de diálogo e intercambio entre los investigadores lo que ha propiciado que no hayamos tenido un desarrollo comparable al de otras áreas científicas afines.

Pues bien, mañana miércoles 15 de noviembre comienza el IX Ibercom en Sevilla (España) con una clara vocación de fomentar el debate y el intercambio entre los congresistas. Me parece un acierto la forma en la que se ha organizado el evento (veremos a ver qué tal resulta), ya que los participantes en cada mesa de trabajo expondrán sus aportaciones de manera muy breve para que la mayor parte del tiempo (en torno a una hora y media) se dedique a la discusión de las comunicaciones.

Si tenemos en cuenta que no participarán más de diez investigadores por mesa de trabajo y que antes de asistir al congreso tenemos a nuestra disposición los trabajos de los demás compañeros, creo que el objetivo de fomentar el intercambio científico está casi asegurado.

Además, hoy con motivo de los actos que se van a celebrar estos días en Sevilla (para más información tienes el portal de la comunicación) se lanza también la Asociación Española de Investigación en Comunicación (ASEIC) por lo que si funciona (eso esperamos) tendremos al fin un organismo que reúna a todos os investigadores españoles, asociación que esté a la altura de los máximos organismos internacionales (WAPOR, ALAIC, ICA...)

Lo dicho, dos magníficas iniciativas para alcanzar la consolidación definitiva y el reconocimiento también desde la propia sociedad.


Un abrazo a todos!

jueves, noviembre 09, 2006

Endogamia universitaria: la Universidad a debate una vez más

Creo que el tema de la endogamia universitaria, por delicado, ha sido demasiadas veces dejado en el tintero. Ahora bien, la cuestión está en cuando esa situación salta a la palestra pública, es decir, sale en los medios de comunicación. La situación es igual, pero "no es lo mismo".

En un artículo publicado en el periódico "El País" el pasado 30 de octubre (suplemento de educación), Miguel Delibes de Castro, Profesor de Investigación. CSIC. comentaba esta situación, en un artículo que ha tenido sus respuestas en la sección de opinión de El Pais. En el próximo post colgaré las respuestas de Peces Barba (rector de la Carlos III) y otros profesores.

El artículo denuncia los procesos fraudulentos en la ajudicación de cátedras. EN concreto, hace referencia a un caso ocurrido en una Universidad pública española.

Copio y pego el artículo porque a estas alturas sólo tenemos acceso los que estamos suscritos a "El Pais".


"Aunque apenas despierta interés en la sociedad, pocas cosas tienen tanta trascendencia para nuestras expectativas de vida como la selección del profesorado universitario. Elegir mal nos hace perder el tren del desarrollo y la innovación, disminuye las oportunidades de nuestros hijos en una sociedad tecnificada y compleja y dilapida de forma absurda nuestro dinero: un profesor malo cobra lo mismo que uno bueno y, no lo olvidemos, ellos formarán a los futuros médicos, jueces, arquitectos. Para que la universidad cumpla con su papel como motor del desarrollo, debe seleccionar a los mejores profesores en base a criterios de excelencia docente e investigadora. Por desgracia, en nuestro país los profesores universitarios se seleccionan con demasiada frecuencia por procedimientos poco transparentes, donde amiguismo y enchufe pesan sustancialmente más que la investigación y la docencia.

En la universidad, los catedráticos deberían ser los máximos referentes en cuanto a excelencia. Por ello conviene seleccionarlos con sumo cuidado. Sin embargo, desde hace décadas la selección de catedráticos se ve, no pocas veces, alterada por un sistema de padrinazgo, amparado en una estructura de áreas de conocimiento que establece una red de intercambio de favores entre catedráticos ("yo voto a tu candidato para que luego tú votes al mío"). Como resultado, a los aspirantes les sale más a cuenta "buscarse un padrino" que buscar la excelencia docente e investigadora. En un tímido intento, la Ley Orgánica de Universidades (LOU, 2002) promovió el examen nacional de habilitación para enmendar esta situación. Siete miembros, elegidos por sorteo, deciden qué candidatos pueden llegar a ser catedráticos. El funcionamiento del sistema está defraudando buena parte de las expectativas que algunos pusieron en él.

Si pretendemos de una vez por todas que la selección del profesorado se realice en función de los criterios de excelencia que caracterizan a una universidad moderna, tenemos que asegurar, por un lado, que los tribunales de selección estén compuestos por los profesores más idóneos, y por otro, que sus decisiones sean totalmente transparentes. En el proceso de selección de profesores en cuanto a su capacidad científica, existe un sistema aceptado internacionalmente que permite valorar la calidad de su trabajo. Los científicos tratan de publicar sus investigaciones en las mejores revistas internacionales de su especialidad. La calidad de una revista científica se mide por un número llamado "índice de impacto". Pero los editores sólo publican los mejores manuscritos que reciben, rechazando los demás tras un complicado proceso de evaluación en que el anonimato garantiza el juego limpio. Cuanto mayor impacto tiene una revista, más difícil es publicar en ella. Los buenos científicos, capaces de publicar en las mejores revistas, tienen más "índice de impacto" -obtenido como la suma del impacto de todas sus publicaciones- que los malos. Dos agencias internacionales (Institute for Scientific Information, ISI y SCOPUS) permiten hacer estas evaluaciones. Cualquier persona puede entrar en sus páginas web y averiguar la calidad de un científico. En consecuencia, no existe justificación alguna para que una comisión de selección no elija correctamente.

Sin embargo, varias comisiones siguen saltándose a la torera todas las indicaciones objetivas de calidad. Sirva de ejemplo una reciente habilitación de catedrático de universidad (la número 1/700/0904) celebrada en la Facultad de Veterinaria de la UCM. La plaza en cuestión era para un área de conocimiento muy delicada, la producción animal, donde una mala selección puede tener graves consecuencias sobre la salud pública (recordemos las vacas locas, dioxinas, acumulación de pesticidas, metales pesados y otras conocidas intoxicaciones alimentarias, resultado de una mezcla de baja cualificación y mala praxis en la producción animal). La persona con mayor índice de impacto (119) fue la menos votada de los que pasaron el primer ejercicio (currículum vitae). Sorprendentemente, el candidato más votado sólo tiene un índice de impacto de 26 (casi 5 veces menor). El caso viene explicado en detalle en la revista Apuntes de Ciencia y Tecnología número 19, páginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es). Como por desgracia estas situaciones son mucho más comunes que lo deseable en la selección del profesorado, la pregunta clave es: ¿por qué muchos tribunales de habilitación seleccionan tan mal, máxime cuando un catedrático bueno cobra igual que uno malo y en las universidades españolas y OPIs hay excelentes científicos para seleccionar al profesorado? Existen tres causas evidentes:

1. Falta de rigor en la selección de los miembros de las comisiones nacionales. Sigamos con el anterior ejemplo: el presidente de dicha Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático del departamento de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de la UCM), sólo tiene un impacto sumado de 4.4. Sin embargo, no tiene problema en juzgar (y rechazar) a candidatos con un currículo cuyo impacto objetivo es 29 veces mejor que el suyo. Desgraciadamente, esta situación está más extendida de lo razonable: el currículo del presidente de la anterior Comisión Nacional de Habilitación de Producción Animal no es mejor que el del actual. Pero, como a todo hay quien gana, la guinda la pone el que va a ser presidente de la próxima Comisión Nacional de Habilitación (un catedrático de la Escuela Superior de Ingenieros Agrónomos de Madrid). Gana por goleada (0 artículos, 0 de impacto sumado). Que alguien pueda llegar a catedrático sin haber publicado ni un solo artículo en una revista internacional de impacto ya es más que sorprendente, pero que además vaya a presidir la siguiente comisión nacional de habilitación indica que algo muy grave está pasando en la universidad española. Ver más detalles en Apuntes de Ciencia y Tecnología número 19, páginas 17 y 18 (versión electrónica en http://www.aacte.es).

2. Total impunidad: como un tribunal no tiene que dar explicaciones a ninguna instancia superior (en la práctica, sólo se les exige respeto a las formas del proceso ya que son soberanos respecto al fondo de su decisión), puede elegir sin que la más descarada de las arbitrariedades tenga consecuencias. Como resultado, los contribuyentes terminamos pagando de por vida el sueldo a quienes son hábiles para conseguir el favor del tribunal y no a los buenos investigadores y docentes. Asimismo, pagamos a un tribunal (dietas, hoteles) que representa al Estado (y, por tanto, a nosotros) para que al final haga lo que quiera y no lo que deba.

3. Amiguismo sistemático. En la universidad española han accedido a catedráticos excelentes científicos. Sin embargo, en demasiados casos la adjudicación de plazas se rige por una ética perversa. El incompetente defiende su puesto manteniendo alejados a los profesionales de excelencia. Para ello mantiene un sistema de padrinazgo ("mi candidato es fulanito", "le debo un favor a menganito"), aderezado por una retórica imposible de entender fuera de la universidad ("no da el perfil", "no es lo normal en el área"). Fomenta siempre al protegido cuya virtud principal suele ser la servidumbre. Y sobre todo pretende convencer de que la selección del personal docente e investigador en la universidad es una cosa tan compleja que la sociedad civil no está capacitada para opinar. La realidad es que cualquier jefe de recursos humanos, de empresas competitivas, seleccionaría mejor.

Lo queramos o no vivimos en una sociedad de ciencia, tecnología e innovación. Si seguimos separando el grano de la paja para quedarnos con la paja nuestro país perderá el tren del futuro. Hay que hacer que la sociedad exija una universidad que se corresponda con nuestro nivel socioeconómico, en la que los criterios de excelencia científica y docente destierren a los sistemas de padrinazgo-servidumbre. Recordemos que durante la transición española se demostró que buena parte del sector industrial estaba obsoleto y era inviable. Con gran sacrificio, la sociedad afrontó una reconversión industrial dolorosa que afectó a miles de personas. Pese a sus grandes costes no perdimos el tren del progreso y la competitividad industrial. Quizás ahora ha llegado el momento de hacer una profunda reconversión en la universidad, sin duda difícil, pero necesaria.


Firman este artículo Miguel Delibes de Castro. Profesor de Investigación. CSIC. Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina. Fernando Hiraldo. Profesor de Investigación. CSIC. Director de la Estación Biológica de Doñana. Premio BBVA de Investigación en Biología de la Conservación. Joaquín Tintoré Subirana. Profesor de Investigación. CSIC. Director de IMEDEA. Premio Nacional de Investigación Alejandro Malaspina. Manuel Toharia. Presidente de la asociación española para la comunicación científica. José Antonio Donazar. Profesor de Investigación. CSIC. Xim Cerdá. Vicedirector de Investigación. EBD. CSIC. Javier Juste. Ex vicedirector de Investigación. EBD. CSIC. Antonio Delgado. Estación Experimental del Zaidín. CSIC. Luis Rull. Catedrático. Universidad de Sevilla. Juan Martínez Hernández. Jefe de Servicio de Medicina Preventiva y Salud Pública. Hospital Carlos III. Madrid. José Luis Blanco. Profesor Titular. Universidad Complutense. Antonio Rodríguez Artalejo. Catedrático. Universidad Complutense. Eduardo Costas. Catedrático. Universidad Complutense"