miércoles, enero 27, 2016

Cultura popular y lesbianismo: notas sobre los no lugares habitados por la película Carol

Detalle de la sala 3 del teatro Maya de Denver (Colorado, Estados Unidos)

Ver una buena película, como es Carol, en un cine histórico estadounidense es un auténtico lujo. Estos cines suelen ser salas construidas durante las primeras décadas del siglo XX que han aguantado el paso de los años y las múltiples amenazas de demolición. El teatro Maya de Denver (construido en 1930) estuvo a punto de ser derribado a mediados de los 80, pero la movilización de los vecinos evitó la catástrofe e hizo que finalmente fuera reconocido como edificio histórico. Las 3 salas siguen proyectando películas en las mismas condiciones que hace décadas, lo que añade un agradable sabor histórico a la experiencia cinematográfica (el que puedas beber una copa de vino en la sala también es súper interesante :-) ). 

Trailer oficial de la película 

A lo que iba. Había intentado no generar(me) demasiadas expectativas sobre esta película, que narra la historia de amor entre Carol (una mujer infelizmente casada interpretada magistralmente por Cate Blanchett) y la joven soñadora Therese (tremenda actuación de Rooney Mara, se llevará el Óscar seguro!) en el Nueva York de los años 50. Pero Carol resultó ser una auténtica sorpresa, me encantó, una película con escaso diálogo, donde el peso de la acción recae en  unas cuidadas imágenes que son una constante invitación a la reflexión. Carol es un lugar de paso para que continuemos pensando y entendiendo las relaciones humanas. Se han hecho excelentes revisiones al film. Recomiendo especialmente la publicada por The New Yorker,  La Historia de Amor detrás de Carol, por su revisión histórica, cinematográfica y biográfica. Es un magnífico trabajo de investigación. Tampoco está mal la de la revista Rolling Stone, aunque esta me ha gustado menos por previsible y porque no está tan bien fundamentada como la de The New Yorker. 

Como decía, más allá de lo señalado en estas críticas cinematográficas, uno de los aspectos que más me ha llamado la atención ha sido cómo Carol habita lugares poco frecuentados por la cultura popular. Esto es, representa la homosexualidad femenina de una forma poco habitual dentro de las producciones audiovisuales destinadas al gran público. En general, la homosexualidad femenina tiene poca presencia dentro de la cultura popular. Y cuando lo hace, suele presentar al lesbianismo como un destino trágico y melancólico (Las horas), como objeto de deseo sexual masculino (por ejemplo en Showgirls) o marcado por la promiscuidad (así sucede en la serie The L Word). Pero esto no es lo que vemos en Carol, donde la historia de amor se desarrolla de manera natural y alejada de las estereotipaciones fáciles que solemos ver en la gran pantalla. 

Carol, a pesar de ser una peli destinada al gran público (cuenta con 6 nominaciones a los Óscar), construye la homosexualidad femenina de una forma que hasta ahora habíamos visto principalmente en el cine independiente o de autor (véase Habitación en Roma o La vida de Adele). 

La historia de amor entre Carol y Therese, además, supone una transgresión en la representación del género. El cine de hollywood suele reservar los papeles principales a personajes masculinos, que son los que llevan el peso de la acción y de la historia. Normalmente, los femeninos tienen una menor presencia tanto en términos cuantitativos como cualitativos. Como señala el artículo Gender Inequality in Film, las mujeres hablan menos, son representadas con menos ropa que los hombres o aparecen en contextos más tradicionales (normalmente casadas). Supongo que el sesgo en este sentido está muy influenciado por el hecho de que hay muchos más directores, guionistas, productores o editores hombres que mujeres. Que Carol cuente con mayoría femenina en el equipo de producción seguro que ha ayudado en este sentido. 

Lo dicho, Carol enfatiza el carácter ecléctico y contradictorio de la cultura popular. ¿Marcará un antes  y un después en la construcción cinematográfica de la homosexualidad femenina destinada al gran público? Sería muy bueno que así fuera.  

domingo, enero 24, 2016

Teoría de la Comunicación y Cine: Apuntes sobre la Trilogía Antes del Amanecer, Atardecer y Anochecer

Imagen disponible aquí

Cuando murió hace ya varios años el director de cine Michelangelo Antonioni, recuerdo que en su obituario lo definieron como el director de la incomunicación. Yo hoy definiría a Richard Linklater , director de la magnífica trilogía Antes del Amanecer, Antes del Atardecer y Antes del Anochecer, como todo lo contrario: el director de la comunicación. ¿Por qué? Pues porque la trilogía que voy a comentar en este post es netamente comunicativa. La comunicación en las películas de Linklater se da en un doble sentido: intrínsecamente (dentro de la pantalla, esto es, entre los propios personajes) y extrínsecamente (entre la película y el público).

Intrínsecamente, la trilogía es un diálogo profundo, cotidiano, entre los dos principales personajes, Celine y Jesie interpretados magistralmente por Julie Delpy y Ethan Hawke respectivamente. La profundidad del cine de Linklater parece casi una bofetada a las superproducciones de Hollywood, rápidas y fast food, frente a la recreación de la vida ordinaria (the ordinary life) de los personajes que nos muestra Linklater. Celine y Jesie son personajes reales, reales porque son verdad en el sentido que comenta Jesús González Requena: muestran la angustia vital de los autores (los actores-guionistas[1] y el propio director) por superar una experiencia vivida (un miedo, un anhelo, etc.). Son personajes de carne y hueso a los que los guionistas y el director dotan con sus propias experiencias. Este realismo, esta verdad, es lo que hace que sea una película muy empática. Y a esto es a lo que me refería con lo de que era extrínsecamente comunicativa. La cotidianidad de los personajes, la verdad de los personajes, hace que nos identifiquemos y vivamos con ellos (comunicación película-público). Estamos faltos de verdad en el cine de la cultura popular (cuántos relatos anodinos que no creemos en la gran pantalla!) y sin duda, la verdad de la trilogía es lo que la hace una narrativa eminentemente bella y comunicativa.

El mensaje de la trilogía es maravilloso y diferente, rompe. Lo que nos vienen a decir los extensos diálogos de Jesie y Celine es que la belleza está en la vida cotidiana[2]. Porque Richard Linklater nos presenta a los personajes desnudos de artificio, desprovistos de épica, de mito o de cualquier atisbo de heroicidad. No son héroes, son personajes reales, como tú y como yo. Y es que es ahí en donde está la felicidad, en la vida cotidiana, por más que Hollywood quiera vendernos las grandes gestas, los grandes eventos, las gestas extraordinarias como fundadoras de la felicidad humana. Esto me recuerda a una conferencia del profesor González Requena en el festival de cine de Valladolid hace ya varios años, “hacer bien el amor es muy difícil” (citado en el libro el Texto y el Abismo)… Construcciones cinematográficas frente a la vida real… Pero Linklater no cae en el artificio y va mucho más allá. La belleza, la felicidad, el sentido está en el día a día, una idea que de nuevo aparece con fuerza en Boyhood, su última producción. Este es para mí uno de los reclamos más potentes que hace el autor: la rutina es bella. 

Antes del amanecer, antes del atardecer, antes del anochecer. La trilogía nos sugiere las tres etapas de la vida en pareja. El enamoramiento primero, la consolidación después y la madurez de la vida en pareja por último. Aunque habría otra interpretación. No son solamente posibles etapas, sino que los títulos reflejan el realismo, lo que va a estar presente en la relación de pareja en el día a día. Tendremos muchos amaneceres, atardeceres, anocheceres…

Para mí, la clave de la trilogía, la clave de la pareja, está en la pelea última de Antes del Anochecer. “Creo que ya note quiero”, le dice Celine a Jesie en uno de los momentos de mayor tensión (en inglés, claro, el doblaje al castellano intensifica mucho las discusiones entre ellos dos). ¿Cómo superar ese momento? Ellos lo hacen porque la pareja, la relación, se ha construido mediante el diálogo, mediante la comunicación empática y auténtica (y por eso es una pareja sólida, que no se ha construido solamente a partir de la sexualidad, o los hijos, o la familia, o el trabajo, sino todo a la vez fundamentado en un diálogo constante). Y cuando parece que todo está roto[3], Jesie se saca una genialidad de la manga: una carta escrita por Celine en el futuro. ¿Y qué es lo que hace esa carta? Recordar (re-cordar, volver a pasar por el corazón) el pasado, volver a pasar por el corazón lo vivido. Y cuando lo vivido es bello, es bonito, es auténtico, es amor verdadero; es decir, cuando lo que volvemos a pasar por el corazón es verdad, no hay nada que las diferencias del día a día, que las miserias que arrastramos en nuestra vida cotidiana y que llevamos a la pareja (nuestros miedos, nuestras dudas y preguntas, nuestras inseguridades), no puedan ser superadas. 

La comunicación ha construido a la pareja, y la falta de ella es lo que puede terminar destruyéndola. Por eso mismo, en la comunicación es en donde está la solución a la crisis de pareja. Cuando Jesie lee la carta desde el futuro, está planteando un juego comunicativo, un empezar de nuevo que pasa por la recuperación de la memoria amorosa-romántica. Las parejas necesitan tener memoria, necesitan recordar, revivir lo pasado (solamente podemos revivirlo mediante la comunicación) y es ahí en donde está la salida a la crisis y el comienzo de la noche romántica. Los 3 últimos minutos de la última película de la trilogía para mí son los más importantes de toda la producción. Suponen el superar las diferencias, que siempre van a estar ahí, mediante la comunicación y el recuerdo. Siempre va a haber diferencias y conforme vayamos cumpliendo años más. La clave está en superarlas mediante la comunicación y volviendo a aquello que algún momento nos unió (claro! El problema es cuando no hay nada a lo que volver!). Y ese ejercicio es netamente comunicativo. Es sano que haya discusiones, lo preocupante sería que no los hubiera. La comunicación es lo que nos construye, lo que nos une, su ausencia es lo que nos separa y es, y ahí está la paradoja, lo que permite reconstruir lo dañado.

En conclusión, la trilogía es comunicación entre los personajes, una comunicación que es verdadera y que por ello, hace que nos identifiquemos con las situaciones que vemos en la gran pantalla. Por esto la trilogía de Linklater está muy alineada los planteamientos de los filósofos del diálogo (Martin Buber o Emmanuel Levinas). Y como es comunicación, la trilogía tiene un comienzo y un final muy comunicativos también. Recordemos la primera y última escenas.

Escena primera. Encuentro en el tren. El oído como metáfora de la comunicación. Están en el tren, constante movimiento, que puede simbolizar el mismo transcurrir de la vida.

Hay una pareja discutiendo en el tren. Celine y Jesie se miran y ella le dice:
- Celine: has oído decir que cuando una pareja se hace mayor pierde su capacidad auditiva?
- Jesie: No
- Celine: Bueno, por lo visto, los hombres pierden primero la percepción de los agudos y las mujeres de los graves. Supongo que de algún modo se compensan.
- Jesie: Será la forma que emplea la naturaleza para que las parejas envejezcan sin matarse

Escena final. Los dos personajes (tan reales!) sentados en el puerto marítimo griego (qué mejor contexto para la reconciliación?). Y ese diálogo final que conecta con el primero en el tren:

- Jesie: You want to life some fairy tale. But if you want true love, this is real, this is real life, it is not perfect, but it is real.

Él suspira, la mira, ella parece que va a llorar, agacha la mirada. Suspira. Y pregunta:

- Celine: What about that time machine? How does it work? Space time continuum…. Wow, you are so Smart…  

Dejan de hablar de sí mismos, superan su solipismo, terminan riendo juntos y viviendo la empatía, se identifican el uno con el otro (acaso no pasó esto en el tren?). La EMPATÍA con mayúsculas. Ambos tienen el don de escuchar al otro, no han perdido, a pesar de los años, su capacidad de escucha y de diálogo, su capacidad de escuchar “los graves y los agudos” que comentaban en el tren en la escena primera. Ellos no dejan nunca de escucharse porque la escucha es la acción más importante de la comunicación, algo que, parece ser, pierden las parejas con los años. Pero no Jessie y Celine, quienes están en muy buena forma comunicativa.






[1] Julie Delpy y Ethan Hawke participaron en la elaboración de los 3 guiones aunque no llegó a reconocérseles oficialmente el de Antes del Amanecer. 
[2] En la primera conversación del tren, Jesie pone voz a la filosofía de Linklater y dice a Celine en la cafetería mientras le cuenta su proyecto de programa de televisión: “Yo lo llamaría la poesía de la vida cotidiana”. 
[3] Las tensiones tienen que ver con los espacios de autonomía o de actuación dentro de la pareja (él quiere regresar a USA junto a su hijo, ella aceptar el trabajo en Francia). Las parejas implican una doble tensión entre la dependencia del otro y el reclamo de espacios de autonomía propios. Esta idea ha sido más ampliamente desarrollada por Leslie Baxter y su teoría de la relación dialéctica