martes, noviembre 24, 2009

Comunicación y amorfismo emocional: las relaciones familiares

La foto, en flickr

Ya lo he comentado varias veces, la comunicación como entendimiento, como encuentro con el otro, es la esencia misma de la construcción de nuestra identidad. Necesito del otro y con el otro (o en el otro) encuentro mi propio yo (Buber ha hablado largamente sobre esto). El caso es que en ese punto surge una interesante paradoja: necesito del otro, pero si esta necesidad se convierte en una fuerte dependencia durante la edad adulta, puedo terminar subdesarrollado, emocionalmente hablando. Pienso en la relación de pareja o las relaciones afectivas dentro del propio núcleo familiar. Supongo que en las segundas podemos ver más claramente este tipo de dependencia y amorfismo emocional.

¿Cuándo podemos empezar a hablar de amorfismo emocional? Cuando la dependencia de padres y hermanos en la edad adulta es tal que no soy capaz de realizar mi propia existencia de manera independiente, sino que mi existencia es la existencia soñada e imaginada por los otros. Necesito la aprobación del núcleo familiar, de ahí que sea incapaz de materializar mis propios deseos.

¿Puede una persona amorfa ser feliz? Sinceramente no lo creo, porque rara vez la vida deseada por el otro puede coincidir punto por punto con mis propios anhelos. Así que el resultado es que, al no terminar de cortar nunca el "cordón umbilical", emocionalmente me encuentro en la niñez o adolescencia, donde, ahí sí, la necesidad de aprobación paterna y materna es esencial para el desarrollo de la identidad y de valores tales como la seguridad, confianza, fe en sí mismo, etc.

¿Puede una persona amorfa superar esa fase de subdesarrollo? Supongo que sí, aunque el primer paso siempre será tomar conciencia de la situación y del problema. Desde la inconsciencia poco puede hacerse.

Me vienen a la cabeza estas cuestiones en tiempo de vacaciones. Estados Unidos vive durante estos días la semana de acción de gracias, todo el mundo vuelve a casa (esta fiesta es incluso más importante que la nochebuena) y las relaciones familiares vuelven a estar en boca de todos. Porque al final, es en la familia en donde encontramos las claves, la explicación, los porqués a nuestro propio yo.

Un saludo a todos!

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tu reflexión me recordó la propuesta filosófica de Alberto Wagner de Reyna

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pedro Jesús Teruel dijo...

¡Leo! Me alegro de que goces de merecidas vacaciones (aunque imagino que seguirás en tus trece, investigando). Tu post me trae a la mente a un conocido común, nuestro Ingmar Bergman, que buceó en las relaciones familiares a la caza de explicaciones existenciales últimas - y, también, en búsqueda de una personal reconciliación con los fantasmas del pasado (reconciliación que llegó en la medida en que comenzó a entender las luces y sombras del matrimonio de sus padres). Pienso, sobre todo, en obras como "Sonata de otoño" o "De la vida de las marionetas", pero también en films rodados por Liv Ullmann sobre guión de Bergman, como la estupenda "Conversaciones íntimas". ¿Recuerdas? En 2008 celebramos un estupendo ciclo-homenaje en Murcia. Parece casi otra vida... Saludos y ¡felices vacaciones!

Leo García-Jiménez dijo...

silvia muchas gracias por la referencia, efectivamente está en la línea de este artículo.

Y Pedro! Qué bien verte otra vez por estos lares...Sí, recuerdo 2008 como un evento lejano lejano...

un abrazo a los dos!

eVa dijo...

Sabia, Leo, sabia...

Anónimo dijo...

Leo, te echo de menos!! y si los amigos son la "familia que escogemos" siento que estés tan lejos para poder compartir una pechuga de pavo!!!
Un besico,
Leyre

Leo García-Jiménez dijo...

Leyre!!!!!! Cuándo nos encontraremos??? Mucho tiempo sin verte!!!

bssss