La semana pasada le tocó el turno al artículo que recoge los principales resultados que he obtenido hasta este momento. La presentación, titulada "The Construction of Communicological Thinking: A General Theory of Technologically Mediated Communication", fue en el grupo de trabajo del que formo parte con los catedráticos de mi departamento. Fue una prueba dura. El grupo lee y trabaja antes del colloquium tu artículo, lo que implica que la persona que presenta debe estar una hora y media defendiendo su trabajo, página por página, párrafo por párrafo. Me encanta la idea. Y disfruté como nunca.
Lo que propongo en este paper es una teoría general que aúna las aportaciones de los principales autores críticos y funcionalistas y mediante la que trato de explicar la sociedad de masas y la sociedad red desde el punto de vista de la comunicación tecnológicamente mediada (la expresión CTM incluye desde medios de comunicación hasta tecnologías digitales). La CTM como fuerza motriz social clave.
Para escribir este paper, lo que hice en un primer momento fue revisar todos los textos canónicos de las perspectivas crítica y sociopsicológica de la investigación en comunicación (cómo cambia leer directamente a los originales!), desde Lazarsfeld a Marcuse. Una vez hecho esto, vi que sus aportaciones no estaban tan enfrentadas como hemos creído, sino al contrario, resultan incluso complementarias. Todas ellas las he resumido en lo que he denominado the communicative paradox (la comunicación como creadora de funciones, disfunciones y la comunicación tambien como fuente de emancipación). Así, estos históricos artículos eran una buena aproximación conceptual a la sociedad de masas (modernidad). A partir de ahí, he renovado dichos supuestos para explicar, a la vez, la configuración de la sociedad red (postmodernidad).
Mi hipótesis es que la CTM ha ayudado a cambiar la naturaleza del poder, el poder entendido como la capacidad simbólica de definir la realidad, es decir, de seleccionar los elementos que configuran nuestro imaginario colectivo. Hablo también de comunicación como metarrelato, la comunicación como el metarrelato de la postmodernidad. En general, como sabéis, el objetivo de mi proyecto es desarrollar las principales ideas de la investigación en comunicación (proyecto que en sociología hiciera Robert Nisbet) para consolidar la identidad de la comunicología.
El trabajo tuvo una buena acogida. Mis colegas creen que en mi artículo hay material para escribir un libro. Por ahora, no me encuentro con energía, ni con tiempo para escribir este libro, obra que sería una teoría social de la comunicación a caballo entre lo funcionalista, lo crítico y lo simbólico. Tiempo al tiempo, pero esta será, sin duda, mi próxima obra. Además, mis colegas consideran que mi apuesta es una nueva teoría social renovadora del panorama existente y piensan que planteo cuestiones teóricas novedosas y coherentes.
Sobre las críticas, me vinieron, principalmente, desde un flanco: no es posible hablar de modernidad y postmodernidad; la ciencia y la teoría no son necesarias, son herramientas conceptuales inútiles. Me gustó discutir con esta persona, principalmente por ver que estas son las principales críticas que voy a seguir recibiendo a lo largo de toda mi carrera, no por nada, sino porque son las mismas que he recibido hasta el momento. Siempre olvido que mi apuesta por la comunicología (que he compartido durante varios años con el ya desaparecido GUCOM) es tremendamente polémica. Y resulta curioso cómo en todas mis presentaciones, ésta suele ser la crítica que recibo.
Con respecto a las críticas, yo tampoco creo que sea posible dividir la historia en etapas claramente delimitadas. Ahora bien, sí que creo que es posible marcar ciertas tendencias predominantes. Este tipo de divisiones (Renacimiento, Modernidad, Postmodernidad) son útiles para entender la historia y fundar un conocimiento de lo social que permita organizar y analizar el momento de que se trate.
Por ello, creo que en la posmodernidad hay un menor dominio de la estructura y una mayor capacidad de acción individual. Sigue habiendo dominio estructural, por supuesto, pero éste se presenta más debilitado que antaño debido a la acción de las colectividades. Mi colega me respondió diciendo que la acción individual también fue propia de la MOdernidad. Como ejemplo, HItler y su nacionalsocialismo. Creo que no sería muy arriesgado tildar de interpretación aberrante este análisis de la historia mundial y europea. Creer que Hitler fue la acción de un loco, una acción individual, es el mejor caldo de cultivo para que vuelva a repetirse ("no hicimos nada mal, solamente tuvimos mala suerte"). El fascismo fue el resultado de una sociedad enferma, que aupó, alentó y permitió el florecimiento de los absolutismos más radicales (Hitler llegó al poder mediante unas elecciones democráticas, no lo olvidemos).
Esto es todo por ahora. La semana que viene imparto otra conferencia. Tras ello, regresaré a España para seguir trabajando en la facultad de comunicación de la Universidad de Murcia. Que no todo va a ser investigación.
Mientras tanto, os dejo un vídeo sobre Baudrillard que me ha pasado una amiga. Baudrillard plantea la nueva etapa de la posmodernidad como la desaparición de lo real. Es un planteamiento radical y que habría que matizar mucho, pero me gusta su osadía y su ambiciosa pretensión de plantear una teoría general de lo social.
Un saludo a todos!