El titular no es mío, sino de un profesor de la facultad de comunicación de la universidad Complutense de Madrid, Javier del Rey Morató en su artículo "No usarás el nombre de la ciencia en vano. Manifiesto por la universidad del siglo XXI. Carta abierta a los jóvenes investigadores y a los investigadores no tan jóvenes" (puedes consultarlo justo aquí ).
Tras leer el artículo me pregunto dónde ha quedado el debate sobre la reforma de la universidad que tuvo una fuerza bastante considerable en la pasada década de los 90. Durante aquellos años fueron abundantes las críticas de los rectores universitarios al ministerio de educación debido a la escasa financiación, al desorden en los planes de estudio, a la endogamia en la carrera docente, al descontrol universitario (producido por la fundación de decenas de universidades públicas y privadas) y a una selectividad considerada injusta.
Estas cuestiones estuvieron presentes en el debate público (en los medios de comunicación) a través del cual se informaba a la sociedad de que en la universidad española las cosas no iban tan bien. "Quizá sea necesario un nuevo mayo del 68 para sacudir las conciencias de la comunidad universitaria", apuntaba Del Rey Morató en su manifiesto.
Señalaba el profesor de la complu que el problema de la universidad no es la masificación (aunque también) sino "la ética, la vocación, la pasión por la docencia y la investigación. Y cuando nos falta eso, nos falta todo".
El manifiesto por la universidad del siglo XXI bien podría empezar de la siguiente manera:
1. Por una mejora de los procesos de selección de alumnado y profesorado (¿están en la universidad todos los que deben?)
2. Que la política no invada ni contamine la vida universitaria (¿tomará nota la nueva ministra de educacion y ciencia, Mercedes Cabrera?)
3. Por un fomento de la calidad de la enseñanza, vigilando dos cuestiones primordiales: vocación de los profesores -y cumplimiento de sus obligaciones académicas- y nivel del alumnado (¿han de acceder todos?)
Y concluye el autor:
"Y esa universidad que todos deseamos no será posible sin una clara e inequívoca defensa de los profesores que han dado un paso al frente, que modifican su programa todos los años, exigen al estudiante un esfuerzo notorio y se encuentran algo desprotegidos ante un escenario penoso: el deslizamiento hacia la ley del mínimo esfuerzo, la culturilla de los apuntes fotocopiados y, en algunos casos, la concesión del aprobado general a cambio de un incierto trabajo y de asegurarse un curso académico sin problemas".
Del Rey Morató dixit.
Un saludo!
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