Sí, sí, ya sé que tienen poco que ver estos dos autores. El filósofo posmoderno francés frente al cineasta moderno sueco, pero estas son las últimas conferencias a las que he ido y como me han encantado, pues me he dicho que por qué no colocarlas juntas. Sale aquí a flote mi vena posmoderna, juntando realidades y pensamientos tan dispares...
En primer lugar Lipovetsky en el sos 4.8 . Hace ya dos semanas, siento el retraso... Lo bueno de esto que voy a decir es que no es carne de blog, es decir, que aunque pasen meses y años no caducará, jeje. POr cierto, Eva acaba de hacer una interesante reseña a su libro la Metamorfosis de la cultura liberal. Junto a Lipovetsky, Vattimo, pero a mí me gustó más el primero, principalmente porque este último improvisó su conferencia y, sin embargo, el francés presentó un discurso muy redondo, cerrando la cuestión que había planteado al comienzo. Y esto se agradece.
¿Cuál fue la clave de su conferencia? El pensador trató de responder a la pregunta de si somos felices en esta cultura capitalista hipermoderna, que es la cultura de la pasión por el bienestar, de la sensación, de la emoción, del consumo individualista, pero no solamente del consumo de objetos (más propio de la etapa anterior capitalista, "sociedad de consumo de masas" en palabras del autor), sino del consumo de experiencias. Esto nos suena y mucho. De ello, han hablado Anthony Giddens y Jeremy Rifkin, entre otros. Consumimos mucho y cada vez más lo hacemos solos. la gente vive más o menos feliz, pero nunca antes hubo tanta ansiedad, tantas tentativas de suicidio. ¿POr qué, por qué en esta cultura tan "divertida", en la cultura de la revolución sexual, la gente no termina de ser feliz? POr el individualismo imperante en la sociedad contemporánea. El hombre es un ser incompleto, necesita del otro para alcanzar su plenitud. "Sin el otro no soy nada".
Ahora bien, no demonicemos el consumo, no hay que criticarlo, sí a sus excesos. La felicidad debe combinar superficialidad y profundidad. ¿Cuál es entonces la solución, teniendo en cuenta que el individuo posmoderno carece de dicha profundidad? Proporcionar un nuevo equilibrio, ofrecer a la gente pasiones que movilicen sus vidas (trabajo, deporte...). La solución parece algo pobre. No terminamos de ser felices porque consumimos mucho y solos y sabemos que la felicidad está en el otro (esto es muy personalista, muy Buber y Mounier, por otro lado). Que la solución sea potenciar valores, para mí, igualmente materiales nos sumerge en una contradicción interesante. ¿Y la espiritualidad? ¿No puede ser que esa profundidad de la que habla Lipovetsky esté en la culitivación del alma? Sea cultura, sea filosofía, sea filantropía, sea meditación, sea religión... En fin, esto para otro día.
A otra cosa. Ahora entro con el ciclo de cine sobre Ingmar Bergman. Merece la pena dedicar una tarde entera a la conferencia inicial, a la proyección de la peli y al coloquio posterior. Mis buenos amigos Pedro Jesús Teruel y Pablo Cano han organizado unas jornadas cinematográficas de un altísimo nivel. El otro día asistí a la proyección de La Vergüenza, obra magistral que recrea un enfrentamiento bélico. Lo más maravilloso de todo es la mirada de Bergman, que no señala buenos o malos, vencedores o vencidos. NO sabemos el lugar o la fecha, sólo vemos la condición humana en una situación extrema. La conferencia inicial de Pablo, muy buena, sobre la utilización del espacio como recurso narrativo, cómo el espacio en Bergman es casi casi un actor más de la escena (espacios para la soledad, para la tristeza, para la incomunicación, para la desesperación, para la muerte...). Filosofía y cine unidos de la mano. Excelente.
5 comentarios:
Hola, Leo. Gracias por hacer de altavoz.
Me ha gustado eso de que la felicidad debe combinar superficialidad y profundidad. ¿La idea es de Lipovetsky o tuya?
También me parece interesante reflexionar sobre la importancia de los demás para la felicidad propia. Seguimos pensando...
Buenas otra vez :-)
Lo de superficialidad y profundidad es de Lipovetsky... Lo que yo he comentado en el post es que no me convence la solución que el filósofo francés plantea a la "crisis de profundidad"... Para él, según expuso en al conferencia, esa profundiad viene dada por la recuperación de las pasiones tales como el trabajo, el deporte... Pero en verdad, eso me parece igualmente superficial sino le damos una mayor trascendencia. POr ej. El valor del trabajo como medio para cambiar el mundo, o como medio para ayudar a los demás... Algo así. El trabajo en sí mismo puede ser igual de superficial que comer una hamburguesa en el McDonalds.
Sí, y lo hallar nuestra propia felicidad a través del encuentro con el otro es muy comunicativo... YO creo que es la base filosófica-ontológica de la comunicación.
Venga, seguimos...
llego tarde al debate, pero feliz de tus aires postmodernos.
las pasiones tiene un sentido positivo, eros-amor, que re-crean los valores vaciados, las rutinas exaltadas cuando sólo vivimos a medias...llevaría muy lejos, pero me alegra que Lipotvesky te cazara.
besos
Buenas Dan! qué alegría reencontrarte por aquí. Creo que con lo que dices tienen más sentido los valores de los que hablaba Lipovetsky... Vivir con pasión, con amor, lo que hagamos... Sí, tiene más sentido, sin duda.
Un abrazo
Ahhh, gracias por la aclaración.
Yo también creo que el trabajo y el deporte no dejan de ser medios y, por tanto, depende de cómo o, tal vez mejor, para qué los utilicemos. Hay gente para la que el trabajo es un medio de subsistencia, una forma de ejercer un cierto poder, adquirir algo de fama, servir a los demás... Todo es complejo.
Seguimos...
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