University of Colorado at Boulder
El proyecto de investigación que voy a desarrollar allá es "La formación del pensamiento comunicológico", es decir, voy a ver cómo a lo largo del siglo XX los investigadores han forjado eso que llamamos ciencias de la comunicación. En Colorado cuento con todos lo necesario para llevar a cabo mi empresa: una biblioteca impresionante, donde podré consultar las primeras versiones originales de los pensadores comunicológicos; algunos de los investigadores de referencia mundial en el campo (Robert T. Craig, Stanley Deetz o Lawrence R. Frey); un ambiente académico de excelencia y acceso directo a las principales instituciones de nuestra área (asociaciones y journals).
Dicho lo dicho, en estos momentos Colorado me tiene alucinada: por la buena organización de su universidad; por la cercanía y la amabilidad de sus investigadores, quienes me han ofrecido hasta sus hogares en Boulder; por el ambiente universitario que allá se respira... Esto último puede que sea lo más sorprendente. Veamos. Estados Unidos es un país muy joven (podría decirse que nace en el s.XVIII tras la guerra de la independencia), pero que precisamente por ello ha tenido que reinventarse su historia, con un amor exacerbado por la patria y la bandera. Pues bien, en el mundo universitario sucede algo parecido. Son los americanos tremendamente académicos, a pesar de que las primeras universidades allá nacieron en el XIX (en Europa datan del XI, XII y XIII), lo que digo porque tradición en este sentido tienen más bien poca. Pero es precisamente por esto por lo que viven la universidad de manera intensa, de hecho, tienen las mejores instituciones académicas del mundo.
Quiero contar muy brevemente un acto concreto que ayude a entender un poco mejor lo que digo. El 17 de octubre doy una conferencia en Boulder, ponencia enmarcada en los coloquios que cada semana organiza el departamento de comunicación. Dichos encuentros consisten en estar medio día reunidos profesores y alumnos discutiendo sobre el tema elegido para la ocasión. Me comentan mis colegas norteamericanos que son días bastante intensos: un breve lunch entre todos los asistentes; después desde las 15.00 hasta las 18.00 horas, el coloquio en sentido estricto que consiste en una breve conferencia del profesor invitado y, sobre todo, en la discusión que se produce allá entre todos los asistentes. Finalmente, de nuevo todo el mundo termina la jornada en la cafetería de turno, cerrando los flecos del debate.
Esto, que para los americanos es lo más normal del mundo, a mí me parece sorprendente y casi inimaginable en gran parte de nuestro entorno académico. Aquí diríamos los profesores que para qué, que vamos hasta arriba, que eso no nos lo pagan, que es mucho tiempo... Y los alumnos tres cuartos de lo mismo: que si eso no da créditos, que si menudo rollo estar discutiendo durante tanto tiempo, que no tienen tiempo para prepararse los debates, que temina muy tarde y el autobús se les escapa y así un largo etc.
Tenemos fama los españoles de ser tremendamente críticos con los nuestro y creo que en ete caso la fama está bien ganada.
Una última cosilla. Esta estancia investigadora se la debo a la Caja de Ahorros de Castilla la Mancha (CCM), organismo que me ha concedido una beca de investigación. Esto puede que sea lo más chulo de todo, el que la caja de ahorros haya apostado por una investigación comunicológica enteramente teórica. He aquí una de las muchas contradicciones del sistema capitalista: la apuesta de un banco por el pensamiento social, rompiendo, de esta forma, la tónica practicista, ateórica e irreflexiva que domina en nuestro tiempo. Así que va también por ellos.
Y nada más. Ya no volveré a escribir hasta que me haya instalado en Colorado. os deseo lo mejor a todos. Y... seguimos!
Ya no me queda nada. Tras arreglar el papeleo en mi universidad, cerrar actas, solicitar mi excedencia, recoger mis cosas del departamento y dejarlo todo más o menos en orden, me dispongo a terminar de cerrar algunos flecos de mi estancia investigadora en la University of Colorado at Boulder, concretamente, en el departamento de comunicación. Salgo el próximo 3 de octubre, es decir, salgo en nada.
El proyecto de investigación que voy a desarrollar allá es "La formación del pensamiento comunicológico", es decir, voy a ver cómo a lo largo del siglo XX los investigadores han forjado eso que llamamos ciencias de la comunicación. En Colorado cuento con todos lo necesario para llevar a cabo mi empresa: una biblioteca impresionante, donde podré consultar las primeras versiones originales de los pensadores comunicológicos; algunos de los investigadores de referencia mundial en el campo (Robert T. Craig, Stanley Deetz o Lawrence R. Frey); un ambiente académico de excelencia y acceso directo a las principales instituciones de nuestra área (asociaciones y journals).
Dicho lo dicho, en estos momentos Colorado me tiene alucinada: por la buena organización de su universidad; por la cercanía y la amabilidad de sus investigadores, quienes me han ofrecido hasta sus hogares en Boulder; por el ambiente universitario que allá se respira... Esto último puede que sea lo más sorprendente. Veamos. Estados Unidos es un país muy joven (podría decirse que nace en el s.XVIII tras la guerra de la independencia), pero que precisamente por ello ha tenido que reinventarse su historia, con un amor exacerbado por la patria y la bandera. Pues bien, en el mundo universitario sucede algo parecido. Son los americanos tremendamente académicos, a pesar de que las primeras universidades allá nacieron en el XIX (en Europa datan del XI, XII y XIII), lo que digo porque tradición en este sentido tienen más bien poca. Pero es precisamente por esto por lo que viven la universidad de manera intensa, de hecho, tienen las mejores instituciones académicas del mundo.
Quiero contar muy brevemente un acto concreto que ayude a entender un poco mejor lo que digo. El 17 de octubre doy una conferencia en Boulder, ponencia enmarcada en los coloquios que cada semana organiza el departamento de comunicación. Dichos encuentros consisten en estar medio día reunidos profesores y alumnos discutiendo sobre el tema elegido para la ocasión. Me comentan mis colegas norteamericanos que son días bastante intensos: un breve lunch entre todos los asistentes; después desde las 15.00 hasta las 18.00 horas, el coloquio en sentido estricto que consiste en una breve conferencia del profesor invitado y, sobre todo, en la discusión que se produce allá entre todos los asistentes. Finalmente, de nuevo todo el mundo termina la jornada en la cafetería de turno, cerrando los flecos del debate.
Esto, que para los americanos es lo más normal del mundo, a mí me parece sorprendente y casi inimaginable en gran parte de nuestro entorno académico. Aquí diríamos los profesores que para qué, que vamos hasta arriba, que eso no nos lo pagan, que es mucho tiempo... Y los alumnos tres cuartos de lo mismo: que si eso no da créditos, que si menudo rollo estar discutiendo durante tanto tiempo, que no tienen tiempo para prepararse los debates, que temina muy tarde y el autobús se les escapa y así un largo etc.
En fin, que esto es lo que hay.
Tenemos fama los españoles de ser tremendamente críticos con los nuestro y creo que en ete caso la fama está bien ganada.
Una última cosilla. Esta estancia investigadora se la debo a la Caja de Ahorros de Castilla la Mancha (CCM), organismo que me ha concedido una beca de investigación. Esto puede que sea lo más chulo de todo, el que la caja de ahorros haya apostado por una investigación comunicológica enteramente teórica. He aquí una de las muchas contradicciones del sistema capitalista: la apuesta de un banco por el pensamiento social, rompiendo, de esta forma, la tónica practicista, ateórica e irreflexiva que domina en nuestro tiempo. Así que va también por ellos.
Y nada más. Ya no volveré a escribir hasta que me haya instalado en Colorado. os deseo lo mejor a todos. Y... seguimos!