miércoles, julio 13, 2005

¿Por qué cuesta tanto comunicarse?

Llevo ya bastante tiempo dándole vueltas a lo complejo que resulta llevar a cabo procesos comunicativos que tengan éxito.

Vamos, que hablamos pero no conseguimos entendernos. Y por lo tanto, en la línea de lo que vengo publicando en este weblog, si no hay entendimiento no hay comunicación.

Dialogamos e intercambiamos ideas sin llegar a un cierto grado de comprensión con el otro.

No sé por qué esta circunstancia me irrita cada vez más. No exagero si digo que me resulta incluso frustrante la puesta de ideas en común sin que se produzca el intercambio de estados de conciencia. Y cada vez más en mi vida se cruzan personas incomunicativas (paradójico, ¿eh?).

¿Se puede saber por qué nos cuesta tanto comunicarnos?

José Antonio Pérez Tapias (en Internautas y náufragos) señala que no nos escuchamos.

Ese individuo posmoderno que para algunos autores es egocéntrico, hedonista y narcisista (Lipovetsky) está tan centrado en sí mismo que es incapaz de abrirse al otro, de escuchar lo que el otro tiene que decirme.

Continúa Pérez Tapias afirmando que es más importante escuchar que expresar. Él lo denomina el arte de la escucha.

Esta situación (el no escuchar, el no comunicar) es más grave de los que pensamos. El ser humano es un ser comunicativo por naturaleza y por lo tanto no comunicar es inhumano, va en contra de nuestra propia naturaleza.

Creo que la incomunicación llega a animalizarnos. Qué tristeza pensar que en ocasiones andamos más cerca de los animales que de las personas...

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Has elegido un buen tema. Qué paradoja. Todo el mundo se expresa. Se publican miles de libros que nadie lee. La información está en todas partes. Se multiplican los periódicos y revistas, emisoras de radios y televisiones, los blogs, los servicios de prensa, las empresas de comunicación y los gabinetes de relaciones públicas. Los avances técnicos facilitan la información, pero también la desinformación, la difusión de mentiras, la propaganda y la manipulación. Quizá el resultado es que nadie escucha porque ya nadie se cree nada. Y si el público ya no cree en los medios, la información pierde su valor.
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Demasiado ruido. No puede haber comunicación si no hay silencio. Para escuchar debemos primero callarnos e incluso puede que un primer paso para encontrar al otro sea alejarnos de él. "Es sorprendente que no podamos comenzar a comprender nuestra relación con los demás hasta que estamos solos. Y cuanto más solo está uno, cuanto más se hunde en la soledad, más profundamente siente esa relación", dice Auster

“Cuanta más experiencia de la soledad tiene uno, más paradójicamente vive la sensación de que esa experiencia no es precisamente de ostracismo o de aislamiento, sino de apertura hacia los demás”, dice Vila Matas.

Anónimo dijo...

A lo peor resulta que no tenemos nada importante que decirnos.
Quizá por
a) No pensamos sobre la importante sino sobre lo inmediato y lo urgente
b) No a todo el mundo le resulta fácil profundizar en lo importante. La carencia de formación es una dificultad que plantea muros infranquebles cuando se quiere pensar en serio.
c) Pensamos sobre todo en lo que nos interesa a nosotros mismos y muy poco sobre lo que les interesa a los demás.
d)Utilizamos a los demás para nuestro beneficio y no como compañeros de viaje con los que hemos de compartir inquietudes en una actitud de diálogo, que se asienta en el convencimiento de que el otro puede mejorarme.
e) Como decía Enrique, hay demasiado ruido, demasiadas cosas superfluas a nuestro alrededor que nos distraen.
f) Tenemos la sensación de que no hay tiempo. Corremos muy rápido sin saber hacia dónde

Anónimo dijo...

Entiendo la irritación que puede causarte el hecho de que hablemos sin llegar a entendernos y comprendernos. Resulta curioso que ninguna de las numerosas (un total de diez) acepciones que recoge el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, contemple la necesidad de que el recpetor del mensaje entienda y comprenda el contenido de éste. Tan sólo una de ellas hace referencia al uso de un código común entre emisor y receptor que, por otro lado, no garantiza el éxito del proceso comunicativo en los términos que planteas.

Es obvio que detrás de la cuestión, ¿Por qué cuesta tanto comunicarse? puede, y de hecho se desprenden infinidad de respuestas posibles. Aunque no he tenido el placer de leer a José Antonio Pérez Tapias, estoy completamente de acuerdo, no tanto en los tintes narcisistas que el justifica sino en atribuir como una de las claves de este fracaso la falta de escucha. Y, aunque mi exposición no se sustenta en ninguna línea académica, está fielmente respaldada por la experiencia, que no deja de ser conocimiento; otra de las claves que nos permite llegar a un grado mas o menos profundo de entendimiento.

Y la experiencia me dice que escuchar es, efectivamente, un arte. Si se escuchara a los demás, se sabría de ellos todo lo que se necesita saber para dirigirlos. Resulta imposible comprender a una persona a menos que la escuchemos. Y escuchamos poco, muy poco. De nada sirve tener una gran cultura académica si no sabemos escuchar, si no somos capaces de descubrir lo nuevo de cada momento. Porque escuchar es aprender, porque aprender es entender, entender es conocer y, solo aquello que se conoce se puede comunicar.

Cristina C.S

gloriagdiago dijo...

Un post muy interesante
y también los comentarios
he recordado a Paul Auster, creo que Enrique se refiere a "La invención de la Soledad" (me gustó)Creo que es de éste último, recuerdo la figura de un detective que acaba sintiendo que es aquel a al que espía. Soledad total porque se perdió,¡Se disuelve en su actividad¡
y también he pensado en "El arte de escuchar" de From, porque dice Cristina que la experiencia le dice que es un arte.
Y me viene a la mente que para escuchar, también es necesario que nos escuchemos primero a nosotros.¿no?
Y, sobre todo, Leo, me has hecho recordar lo poco que escucho muchísimas veces:)

Leo García-Jiménez dijo...

Sí, es cierto, estoy de acuerdo con todos vosotros en que para encontrarnos con el otro, quizá primero debamos habernos encontrado con nosotros mismos. La soledad bien dosificada puede ser muy enriquecedora...

También es cierto que si parto de la base de que el otro no tiene nada que aportarme (habéis dicho "mejorarme"), no saldré nunca de mí mismo.

A pesar de todo, la comunicación sí que está fluyendo por este blog... :)

OjO al Texto dijo...

Me gusta el tono de otros, aunque apenas pueda escuchar su eco; ya sea acá muy cerca o allá un poco más lejos de lo que constituyen mis preocupaciones e intereses. Y el tono de lejanía puede llamarme la atención. Por lo alterado y alejado de lo que soy, o he sido yo, hasta ahora. Es un reto que me lleva a ampliar los horizontes y me obliga a repensar, lo hasta ahora me ha sido cercano y familiar.

(Ayer estaba pensando en esto que planteas y he escrito un par de apuntes que tienen que ver con el interesante dilema que planteas. Puedes leerlo en:
http://www.otexto.net/?p=180
saludos).

Leo García-Jiménez dijo...

En absoluto me molesta que dejéis comentarios relacionados con vuestras cuestiones. Este weblog es más vuestro que mío.

Además, cuando se trata de este tipo de injusticias, más todavía.

Si quieres enterarte de qué va esto ve aquí
http://wpuntodevistaw.blogspot.com/2005/07/lo-cotidiano.html

Anónimo dijo...

Hitler nos ha visitado en http://lacoctelera.com/chuck