lunes, diciembre 17, 2007

Un ordenador en cada aula

Este artículo aboga por la no utilización de los ordenadores en los colegios, aboga por el fomento de la cultura, por no caer en los discursos fragmentarios propios de la red de redes. La educación una vez más a debate. Artículo brillante, osado, valiente. Porque todavía quedan voces críticas que miran por la integridad del hombre.


Por Andrés Ibáñez

ABC, 16 de diciembre de 2007-12-17 http://www.abc.es/abcd/imprimir.asp?id=8672&sec=38&num=828

Frente a los que piensan que «lograr» que haya un ordenador en cada aula del país es una especie de conquista de la civilización similar al calendario de vacunación o la alfabetización universal, opino que la presencia de los ordenadores en los colegios e institutos debería retrasarse lo más posible. Si les soy sincero, en mi opinión los ordenadores no deberían usarse en el aula nunca.

¿Por qué?

Primero. Porque los niños no necesitan «aprender» a usar un ordenador. Los niños ya saben usar un ordenador, incluso los que no lo han usado nunca. En realidad, lo único que resulta verdaderamente difícil para usar un ordenador a nivel de usuario es escribir a máquina. Por lo demás, para saber usar un ordenador no hay nada que «aprender». Basta con tener dedos en las manos, no tener Parkinson y poder mover el dedo índice de arriba abajo.

Segundo. Porque los ordenadores no son «instrumentos de aprendizaje», por mucho que a algunos les guste pensar que lo son o que pueden serlo. El verdadero aprendizaje es el que se hace de forma oral y proviene de un maestro en una disciplina, sea la historia, el latín, la fisiología o las leyes, y los principales instrumentos de ayuda para este aprendizaje son los libros, siempre han sido los libros y siempre serán los libros. Los libros y las publicaciones periódicas de prestigio, claro está.

Madurez intelectual. Internet (que es, metonímicamente, de lo que estamos hablando realmente al referirnos a los «ordenadores») es, desde el punto de vista académico, una herramienta que nos facilita las cosas porque nos proporciona inmensas cantidades de información de forma instantánea. Pero esa información sólo es útil para aquellos que han alcanzado una madurez intelectual y poseen una formación previa. En ningún caso puede sustituir a las verdaderas fuentes de información que, insistimos, son los libros y las publicaciones periódicas prestigiosas.
Todos sabemos que uno puede fingir que es un experto en cualquier tema con sólo una hora de googlizar. Pero fingir un conocimiento no es lo mismo que poseerlo.

Tercero. Los ordenadores presentan el conocimiento, de forma fragmentaria y arbitraria, bajo la apariencia de trozos iluminados, frecuentemente acompañados de brillantes imágenes, por los que es posible transitar en cualquier dirección. Esta supuesta «libertad» de Internet es una mera apariencia, pero se presta a todo tipo de discursos estupendos donde se defiende la posibilidad de que cada uno cree su propio itinerario «personalizado» o se cantan las alabanzas del pensamiento «no lineal».

Un cierto orden. Pero todo esto no es más que basura. El conocimiento ha de ser «lineal» en el sentido de que para aprender cualquier cosa es necesario seguir un cierto orden y pasar por unas ciertas etapas, del mismo modo que leer una novela quiere decir leerla desde la primera página hasta la última y tal lectura no puede sustituirse por el chapoteo desordenado por una serie de pasajes «destacados» o «significativos». Nuestra vida es lineal porque sucede en el tiempo. La historia es lineal, porque lo que pasó después depende de lo que pasó antes. Es cierto que la vida de la imaginación, la del inconsciente, la de los sueños, no es lineal, pero a los defensores del arte de ratonear no les interesa la imaginación, ni el inconsciente, ni los sueños, y no están hablando de eso.

Muchas veces sucede que cuando creemos estar más allá de algo estamos, en realidad, más acá. En los años sesenta creíamos que una pastilla era algo más moderno que una manzana y que en el año 2007 ya no comeríamos manzanas, sino pastillas. Ahora estamos en el año 2007 y vemos que si hay algo más moderno que una simple manzana, no es precisamene una pastilla, sino una manzana de cultivo ecológico. Es decir, que lo más moderno resulta ser una manzana más antigua.

En las universidades americanas ya no se pide que se hagan trabajos sobre temas, que pueden fabricarse fácilmente picoteando aquí y allá en Internet, sino trabajos dedicados a un solo libro. De este modo, el profesor se asegura de que los alumnos lean, al menos, un libro. Uno solo, pero leído de verdad.

Sucede, pues, con el conocimiento como con los cultivos, y con los libros como con las manzanas.

6 comentarios:

Pedro Jesús Teruel dijo...

El artículo parece haber sido escrito aposta para apoyar tu "campaña" en la blogosfera, Leo. Ayer llegué a la página de ABCD donde aparece ese texto. Compro el ABC del sábado con auténtica ilusión: el suplemento cultural es, sin duda, uno de los mejores del mundo. Suelo reservármelo para leerlo poco a poco, de tal manera que por regla general despliego los "Comunicados de la tortuga celeste" (la columna de Andrés Ibáñez) en torno al martes. No defrauda nunca. En este caso, además, con un tema de auténtica actualidad y en plena sintonía con tu opinión. Me parece que la clave está en la esencia del aprendizaje, de la adquisición de conocimiento. No basta con recibir datos o adoptar normas, del modo en que los recibe un ordenador o se implementa un programa informático. Es necesario incorporarlos. Esta palabra resulta muy significativa: incorporar, hacer parte del propio cuerpo – un significado cercano al de 'encarnar'. Para que se torne conocimiento real, lo que se aprende ha de convertirse en una parte de mi vida. En caso contrario no pasa de ser una información externa, que es desechada rápidamente. ¡Cuánto tiempo (y vida) emplean nuestros estudiantes en "procesar" informaciones para superar pruebas... cuando lo realmente interesante es "incorporar" saber! Quien se introduce en esta realidad de encarnación se suma a la tarea secular de la transmisión de la ciencia y de la sabiduría. El resto es entregarse a la segunda ley de la termodinámica: perder energía que no se recupera. En la hermosa expresión de Eliot: "¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en conocimiento? / ¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en información?" ("Where is the wisdom we have lost in knowledge?", Primer coro de la roca en Choruses from the Rock). Así que menos pastillas y más manzanas. O libros.

Anónimo dijo...
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Leo García-Jiménez dijo...

Esto es la red: el comentario interesantísimo de Pedro y un comentario-spam publicitario, menudos contrastes...

Elimino este último.

lopezsanchez dijo...

Interesante reflexión, aunque no la comparto. Los estilos de aprendizaje son tan diversos como lo son las personas. No todos razonamos de la misma manera y no todos aprendemos de la misma manera. Algunas personas precisan de un orden sistemático para forjar sus ideas, mientras que a otras les resulta más provechoso ir "picoteando" de idea en idea para conformar su cosmovisión.
Argumentar que el aprendizaje debe ser lineal apoyándose en que el tiempo también lo es roza el sofisma. Vamos, que mezclamos churras con merinas. Entre otras cosas porque no pensamos de forma lineal. En realidad, ni siquiera estamos seguros de cómo pensamos, pero parece más bien que el cerebro lanza ideas de forma continua y más o menos arbitraria, la mayor parte de ellas sin que seamos conscientes de ello.
¿Y qué pasa con aquello de "aprender a aprender"? Saberse un texto de carrerilla no es conocerlo ni comprenderlo. Cada conocimiento debe estar relacionado con el resto. Miles de estudiantes fracasan a pesar de saberse los temas porque son incapaces de relacionarlos, ni siquiera de expresarlos de forma distinta.
El ordenador es un medio, no un fin. No debe ser excluyente. No debemos permitir que sustituya a los libros ni a los maestros, pero tampoco creo adecuado demonizar su uso. En ocasiones he impartido cursos a usuarios básicos, gente que acaba de terminar su carrera universitaria y se prepara para entrar en el mundo laboral. Su desconocimiento de la informática más básica les convierte en analfabetos funcionales para la mayor parte de la ofertas laborales actuales. Y, francamente, ese es un lujo que el sistema educactivo no puede permitirse. La educación debe servir para formarnos como personas, socializarnos, hacernos comprender las "reglas del juego" de la convivencia, aportarnos toda una serie de conocimientos y -last but not least- prepararnos para el mundo laboral.

Anónimo dijo...

"Formar a un hombre en otro tiempo era sacarlo de un gran silencio y hacerle reconocer todo el canto del mundo en torno suyo. Formar a un hombre hoy es sacarle del ruido y la confusión. Porque todo se le ofrece, porque todo viene hasta él sin que lo pida, sumergiéndole y destruyéndole: nunca ha sido más necesario que ahora desarrollar su poder de elección y enseñarle a decir no. Y, sobre todo, es preciso enseñarle a leer, a estar a solas con un libro, llevarle a su soledad y hacérsela amar". GUEHENO

Z E N dijo...

Muy buen post, para tener en cuenta a la hora de evaluar.
Saludos.