Veía el otro día en la 2 noticias la entrevista a José Luis Sampedro con motivo de su último libro, La ciencia y la vida, escrito con el científico Valentín Fuster. El libro recoge las conversaciones de ambos pensadores sobre la vida, la sociedad, la ciencia. Puedes leer el Capítulo I .
El caso es que me llamó la atención cómo Sampedro señalaba que la sociedad actual vive acelerada y "se está infartando", al igual que el propio organismo humano puede sufrir un colapso de este tipo. Teniendo en cuenta que el infarto es propio de la modernidad (apunta Fuster en el capítulo I que hace 500 años esa enfermedad no existía), el infarto social sería posiblemente la enfermedad por excelencia que padece el conjunto de la sociedad occidental.
También me gustó la crítica de Sampedro al sistema educativo, que no provoca la reflexión, que no propicia la sana acción del pensar. No va desatinado el académico. Es más, se queda corto si pensamos en la convergencia de Bolonia y en la reforma de nuestros planes de estudio, donde la universidad se está convirtiendo en una formación profesional de ciclo largo. Pero no hay por qué temer nada. Como todo, volverá algún día la universidad a su orientación originaria, volverá la vocación humanística, cultural, teórica. En Estados UNidos ya se está haciendo. Así que de momento, quizá lo mejor sea marcharse al otro lado del Atlántico. Esto me llama la atención, que sea Europa, España, la cuna de la universidad, donde se fraguó todo (concretamente en la Universidad de Salamanca), el sitio que más niega el espíritu universitario. Tiempo al tiempo.
Os dejo un par de recursos interesantes. Por un lado la entrevista de la 2 noticias; por el otro algunos párrafos copiados y pegados del capítulo I de la obra La Ciencia y la vida. Sale a colación un tema de sumo interés: la pasividad del hombre contemporáneo y el frenesí propio de la sociedad posmoderna.
El caso es que me llamó la atención cómo Sampedro señalaba que la sociedad actual vive acelerada y "se está infartando", al igual que el propio organismo humano puede sufrir un colapso de este tipo. Teniendo en cuenta que el infarto es propio de la modernidad (apunta Fuster en el capítulo I que hace 500 años esa enfermedad no existía), el infarto social sería posiblemente la enfermedad por excelencia que padece el conjunto de la sociedad occidental.
También me gustó la crítica de Sampedro al sistema educativo, que no provoca la reflexión, que no propicia la sana acción del pensar. No va desatinado el académico. Es más, se queda corto si pensamos en la convergencia de Bolonia y en la reforma de nuestros planes de estudio, donde la universidad se está convirtiendo en una formación profesional de ciclo largo. Pero no hay por qué temer nada. Como todo, volverá algún día la universidad a su orientación originaria, volverá la vocación humanística, cultural, teórica. En Estados UNidos ya se está haciendo. Así que de momento, quizá lo mejor sea marcharse al otro lado del Atlántico. Esto me llama la atención, que sea Europa, España, la cuna de la universidad, donde se fraguó todo (concretamente en la Universidad de Salamanca), el sitio que más niega el espíritu universitario. Tiempo al tiempo.
Os dejo un par de recursos interesantes. Por un lado la entrevista de la 2 noticias; por el otro algunos párrafos copiados y pegados del capítulo I de la obra La Ciencia y la vida. Sale a colación un tema de sumo interés: la pasividad del hombre contemporáneo y el frenesí propio de la sociedad posmoderna.
Extractos de la obra La ciencia y la vida.
Sampedro:
"Yo veo la sociedad en la misma
forma de estado de riesgo del que tú hablas en relación
con la salud; hablas de desequilibrio, de inquietud, de incertidumbre
por la enfermedad. Bueno, la sociedad actual tiene,
no ya incertidumbre, tiene miedo. A mí me asombra,
verdad, que la sociedad del país más poderoso y con la mayor
potencia militar del mundo, tenga miedo. Y lo tiene" (página 27).
Fuster:
"Estamos viviendo en un mundo muy acelerado en el que,
como contrapartida, el hombre está actuando de una manera
muy pasiva. En otras palabras, es un mundo súper acelerado
en el que no hay tiempo para la reflexión; simplemente
parece que todos debemos subir al tren, sin saber cuál es el
destino y cuanto más rápido, mejor" (página 27).
"Lo que más me preocupa no es que esta sociedad
entre en infarto, lo que más me preocupa es el sistema extrañamente
pasivo en el que está entrando la sociedad. Los
niños ya no corren, solamente miran las computadoras, están
continuamente con los teléfonos móviles y juegos electrónicos
o frente al televisor. Se está configurando una sociedad
que no se mueve, una sociedad en la que te consumes
sin tan siquiera darte cuenta de ello" (página 29).
Sampedro:
"Yo veo la sociedad en la misma
forma de estado de riesgo del que tú hablas en relación
con la salud; hablas de desequilibrio, de inquietud, de incertidumbre
por la enfermedad. Bueno, la sociedad actual tiene,
no ya incertidumbre, tiene miedo. A mí me asombra,
verdad, que la sociedad del país más poderoso y con la mayor
potencia militar del mundo, tenga miedo. Y lo tiene" (página 27).
Fuster:
"Estamos viviendo en un mundo muy acelerado en el que,
como contrapartida, el hombre está actuando de una manera
muy pasiva. En otras palabras, es un mundo súper acelerado
en el que no hay tiempo para la reflexión; simplemente
parece que todos debemos subir al tren, sin saber cuál es el
destino y cuanto más rápido, mejor" (página 27).
"Lo que más me preocupa no es que esta sociedad
entre en infarto, lo que más me preocupa es el sistema extrañamente
pasivo en el que está entrando la sociedad. Los
niños ya no corren, solamente miran las computadoras, están
continuamente con los teléfonos móviles y juegos electrónicos
o frente al televisor. Se está configurando una sociedad
que no se mueve, una sociedad en la que te consumes
sin tan siquiera darte cuenta de ello" (página 29).