La verdad es que no sé como explicarte, y menos en inglés, como me siento y tampoco sé si serviría de algo. Solo decirte que es ésta la única forma en la que me hallo conmigo misma, sin juicios, ni prejuicios: solo escribo. Y encuentro en ello tan profunda vocación que me sigo resistiendo a creer en lo que quisieron y quieren de mi los demás. Y de esto, coño, pienso que todos sabemos. A no ser que todavía sigas creyendo en que el color de tu príncipe es azul, gracias a ti, mujer, o que el humo que sacude la ventana de la chica de al lado, que también puede ser la de ayer, salió de tus labios.
Esa madrugada, aquella en la que el sol quiso arrebatar a la Tierra su baile con la luna, yo quise aportarle mi color al cartel que encontraste en la basura y que claramente exhibía: Adam y Eve: on the sex, on the tolerance, and the others dependencies y que enlazaba con un Sabina y dos squaters en un piso abandonado de Moratalaz.
¡Cuánto nos engañan, eh, Adam! ¡Cuánto nos manipulan! ¡Qué tenemos que llegar a ver en la caja tonta para despertar! El documental de la noche temática del pasado viernes ¿no mostró suficiente sufrimiento? ¿no basta con ver el llanto de un niño de 3 años llorando por la muerte de su hermano menor? ¿de verdad no basta? ¿En qué estamos pensando cuando no nos movilizamos actuando ante tanta barbarie? ¿En la gala Mister España? ¿ en el súpermegaultraguay programa Cambio Radical? o ¿ en las carreras de Jérez? ¡Ah no!, ya. Que pensábamos en los tres moteros que no están aquí.
Y cuando digo aquí, me refiero en el planeta Tierra, ese que presumimos todos de conocer y en el que me regocijo yo. Tú, no sé.
Por cierto, regresé de Ámsterdam el Día de la Mujer, habito en La Azohía, almuerzo con mis perros, bailo, hablo, río y me sigo rodeando de los buenos
Que son “aquellos que dan vidilla y son más sinseros”.
Ahora que finalizo esta carta porque no tengo nada más que decir, ahora que me queda solo en mi habitación el cártel de Eva acariciando su monte de Venus, ahora que tu dibujo viene acompañado de flores y chocolate, ahora que solo me queda eso y ahora que sé que no necesito nada más. Es ahora, Adam, cuando estoy en ti.
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