viernes, abril 13, 2007

LA DOBLE MORAL

Como os comentaba hace poquito regresé de Holanda y la experiencia, fue muy gratificante. Me ha dado la suficiente fuerza como para viajar a Sudamérica y seguir con la mirada puesta en La Comunicación para el Desarrollo. El trabajo que realicé en el Barrio Rojo de Ámsterdam fue eminentemente práctico. Mi objetivo era crear un Comité de Acción formado por prostitutas latinas y personal de Migrante, una ONG erigida en 1960 por el cura más currante y gracioso que he conocido en mi vida: el Padre Theo Beusink.

El objetivo de crear un Comité de Acción no se llegó a cumplir, tres meses es poco tiempo para convencer a estas mujeres latinas de su derecho a vivir dignamente, pero sí publicamos tres boletines informativos para los migrantes en la prostitución. Y hubo también una estrecha relación dialógica con ellas.

¿Qué os puedo contar del trabajo que realicé allí que os pueda servir a vosotros, futuros comunicadores?

Pienso sinceramente, que todo y nada. Todo, si os preguntáis por qué una prostituta colombiana y una prostituta holandesa no son iguales ante la Ley o si pensáis que colaboráis ante tantas desigualdades. Nada, si tu corazón no empatiza con nadie, si eres de los que piensa “es la profesión más antigua del mundo” como si eso legitimara la explotación, la manipulación y la violación sistemática de los Derechos Humanos en países que se enorgullecen de tener el Índice más elevado de Desarrollo. (IDH).

Uno de mis compañeros de mesita de noche, Galeano, dice que el mundo es una gran paradoja, que unos niños obesos hacen dieta por comer comida prefabricada y por lo tanto, antinatural, en el MC Donalds y otros se mueren de hambre. Yo vi en la ciudad europea más cosmopolita ese mundo degradante que tan lindamente describe Galeano.

Una noche de enero, mientras esperaba a que Nicole terminara su servicio, me apoyé en una pared para descansar. Estaba tan cansada que solo quería hablar un rato con ella, darle ánimos e irme a casa. Creo que fueron los 20 minutos más largos que viví en Ámsterdam. No solo eran los moribundos que rodean las calles del Barrio en busca de su ración de carne, no eran las chicas que me miraban desde sus ventanas quizás pensando que yo les iba a quitar su trabajo, no fue el hombre que me sugirió tener sexo con un puñado de billetes en la mano, no, no fue eso…fue algo más.

Era el olor extraño y amargo que se desprendía de la nada, eran los perros que aullaban al amanecer, era la luna, que aquella noche brillaba con una intensidad desbordante. Era la angustia que se podía explicar con palabras, el miedo que yo veía claramente en los ojos de los verdugos y era mi soledad, en aquella ciudad donde existe esa doble moral que yo detesto.

Una doble moral que dignifica la prostitución porque les está haciendo ricos apoyándose en contratos donde la mujer es “una trabajadora sexual”, como si usar su cuerpo no influyera en sus emociones ni sentimientos y donde no se cuentan las vejaciones a las que muchas de estas mujeres tienen que someterse para ganarse el pan.

Una doble moral que legaliza las drogas blandas pero que te lleva un par de noches al calabozo por no llevar encima el carné de identidad. Una doble moral que permite que en las calles más céntricas de Ámsterdam deambulen drogadictos y narcotraficantes. Está claro que en todas las grandes ciudades existen estos problemas, pero la diferencia es que en Ámsterdam parece ser parte de un inamovible decorado capitalista que mueve millones de euros al año.

Una doble moral que permite la OKUPACIÓN cuando un inmueble está abandonado más de un año, pero que a la vez te echan si el propietario de la casa alega que un vez al mes va a regar las plantas del jardín, eso sí, antes de la okupación el señor propietario y especulador no sabía ni que su casa tenía jardín.

Ya os iré contando más cosillas, los tres meses que viví allí yo también estuve de okupa y bueno, algo de lo que aprendí es que es posible vivir en comunidad, aunque ello exija mucha tolerancia, respeto y diálogo.

¡¡ SALUD, ENERGÍA Y BUEN ROLLITO PARA TODOS!!

3 comentarios:

Leo García-Jiménez dijo...

Suxi! La verdad es que todo esto que cuentas es brutal, pero nos muestra la otra cara de una gran ciudad súper desarrollada, la cara más degradante, sí, pero esa es la realidad, que no todo va a ser barrio rojo y lo bien que viven las prostitutas porque están "legalizadas".

Sigo pensando que eres una valiente, te metiste directamente en el meollo, en el ojo del huracán. Para mí, visitar la Amsterdam bonita y estupenda (que no conozco todavía) ya nunca será igual.

Y me temo que la doble moral campa a sus anchas por este mundo nuestro.

Un abrazo,

Bessss

QB dijo...

Existen prostitutas que trabajan en ese mundo porque realmente quieren, no son víctimas de situaciones personales desesperadas ni están obligadas a ejercer. Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera mientras no atente contra otros seres humanos.

Aunque me imagino que el barrio holandés del que hablas habrá mujeres esclavizadas y que ejercen obligadas aplastándoles su voluntad.

Anónimo dijo...

Hola Susi,
mira, hace una semana dieron este documental en la 2 sobre la prostitución que me pareció muy, muy interesante: http://www.faq-mac.com/bitacoras/todas/?p=810
Bsicos guapa!
Inés