Terrible, simplemente, terrible. Qué manía tenemos los seres humanos de intentar reducirlo todo a fórmulas matemáticas, como si los sentimientos o el alma encajaran en el estatismo, la rigidez y la racionalidad de una combinación numérica.
Leía la entrevista a Eduard Punset en el Suplemento semanal (la puedes leer entera aquí) y lo que más me llamó la atención (aparte de reducir la cuestión del amor a pura biología) fue la fórmula matemática con la que el autor respondió a una pregunta absurda (ya se sabe, a preguntas absurdas, respuestas absurdas).
Dice el afamado lector: "¿Existe una fórmula del amor?"
Responde Punset: "A= (a+i+x) k. El amor es igual al apego afectivo (amor materno, escolarización...), más la inversión parental (construcción del nido), más la resistencia metabólica (vida emotiva y sexualidad), todo ello afectado por el entorno institucional (soporte social)".
Supongo que ambos (lector y entrevistado) habrán quedado satisfechos con tan magnánima aportación... YO, obviamente, no. Aunque sabemos que no podemos disociar lo cognitivo de lo emotivo, o como queráis, lo racional de lo emocional, en ocasiones los sentimientos (y entre ellos, sin lugar a dudas que el amor es el ejemplo más claro) no entienden de racionalidad. De ahí a decir que el amor es ciego sólo hay un paso...
Leyendo la entrevista he sentido lo mismo que al estudiar algunas perspectivas comunicativas que también trataron de reducir la comunicación a fórmulas matemáticas, como si la comunicación, que es entendimiento, que es el encuentro con el otro, que es la construcción conjunta de sentido, pudiera explicarse a través de una ecuación. Cuántas meteduras de pata para tratar de legitimar científicamente el estudio de la comunicación...
En fin, que ambas realidades (amor y comunicación) están íntimamente relacionadas: ambas crecen conforme más son compartidas, ambas son únicas y ambas reflejan lo mejor y peor del alma humana. Creo que me convence más esto últimos que las dichosas fórmulas...
UN saludo a todos!
Pd. Ahora sí que toca... Cierro el blog durante una temporada, pues el 24 de agosto marcho a México. El DF me espera, bueno, concretamente, las Universidades Autónoma de la Ciudad de México, Iberoamericana de León y Universidad de Colima. En la primera conoceré de cerca al GUCOM (Grupo hacia una comunicología posible) y realizaré las actividades que tengo programadas sobre "Teorías de la Comunicación en España" y "Metodologías de la investigación". En León , participaré en la Semana de la Comunicación con una conferencia sobre los nuevos retos de la comunicología frente a la incidencia de las TIC en la comunicación. Finalmente, en Colima, tengo programadas actividades varias sobre posmodernidad, comunicación política y metodologías.
México lindo... Así que lo dicho, nos vemos por aquí o por allá...
Adiossssss
jueves, agosto 09, 2007
Las masas no se rebelan en verano...
O lo mismo da, "las masas no son para el verano"... El caso es que durante todo el año, constantemente, cansinamente, cuando me encuentro en un atasco, en la cola de la tienda/banco/farmacia, en la sala de espera del hospital/ambulatorio o similar (eso sí, siempre público, que no estamos para seguros privados), me martillea en la cabeza el siguiente texto de Ortega y Gasset (La rebelión de las masas, 1999, p. 74, edit. espasa calpe):
"Yo la denomino el hecho de la aglomeración, del lleno. Las ciudades están llenas de gente. Las casas, llenas de inquilinos. Los hoteles, llenos de huéspedes. Los trenes, llenos de viajeros. Los cafés, llenos de consumidores. Los paseos, llenos de transeúntes. Las salas de médicos famosos, llenas de enfermos. Los espectáculos, como no sean muy extemporáneos, llenos de espectadores. Las playas, llenas de bañistas. Lo que antes no solía ser problema empieza a serlo casi de continuo: encontrar sitio (...) Vemos a la muchedumbre, como tal, posesionada de los locales y utensilios creados por la civilización".
Supongo que si Ortega y Gasset hubiera publicado este texto hoy, habría recibido demandas a diestro y siniestro por todo tipo de colectivos, acusándolo de clasista, aristócrata resentido contra un espíritu democrático que nos permite a todos tener acceso a todo. El filósofo español planteó la masa como una patología social, en la que sus integrantes sólo intervenían violentamente y donde los hombres eran mediocres y cuya rebeldía consistía en un gigantesco problema planteado a la humanidad...
No ahondaré en esta polémica, pues mi espíritu posmoderno me dice que la masa como tal, obviamente, es mucho más manipulable que un indviduo autónomo, pero también es cierto que gracias a la masa hemos alcanzado (al fin) la democratización de la cultura...
BUeno, el caso es que no hay masa en mi ciudad en verano (Murcia capital, 400.000 habitantes, ubicada en el sureste español). No señor. Llevo ya varios días sin rememorar el texto orteguiano, hasta tal punto que casi lo había borrado de mi memoria. Hay gente, sí, pero la justa, ni mucha ni poca. Esto me está dando tanta libertad de movimientos que no quiero ir a la playa, en un acto de rebeldía, que sé que es absurdo, pero así de absurda que es una. Será el calor.
Un saludo a todos!
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