martes, febrero 16, 2010

La inversión de valores en la Postmodernidad: poniendo algo de orden de la mano de Edith Stein

what do YOU value? by artsy_T.
La foto, como siempre, en Flickr

Sinceramente, no creo que la postmodernidad suponga la pérdida de valores, como señalan algunos en una especie de apocalipsis final de los tiempos (la peste negra en la Edad Media fue interpretada como una maldición divina por los pecados de la humanidad, es decir, que lo de la crisis y el fin del mundo viene de largo).

Lo que yo creo es que se ha producido una inversión en los mismos, siguen estando ahí, pero hemos alterado el orden. Esto resultaría positivo en tanto en cuanto, gracias a la eclosión sobre las visiones del mundo que supone la postmodernidad, las subculturas y minorías toman la palabra (como ha apuntado Vattimo), lo que implica la caída, en parte, de visiones hegemónicas y absolutistas. El riesgo de este maremagno es que podemos terminar algo confundidos, el riesgo de la postmodernidad es la pérdida del sentido, las crisis de sentido de las que hablan Berger y Luckmann en Modernidad, Pluralismo y Crisis de Sentido.

Y es en este punto en el que creo que Edith Stein, fenomenóloga, y su libro La estructura de la persona humana (Biblioteca de Autores Cristianos, 2007) pueden sernos de mucha utilidad. Stein "jerarquiza" la naturaleza distinguiendo tres tipos de alma (alma como principio vital interno): la vegetativa, la animal y la humana. El alma vegetativa tiene como característica fundamental su falta de conciencia, "no está abierta hacia dentro, no existe para sí misma, no vive en sí misma" (p. 48). Esto es lo que principalmente la diferencia de las almas animal y humana que sí están abiertas hacia dentro y hacia fuera. Ambos (hombre y animal) son almas sensitivas, es decir, almas que sienten. Ahora bien el alma humana no solamente es sensitiva dado que es la única libre (no solamente sujeta a leyes de la naturaleza), intencional, reflexiva (puede volver hacia atrás y comprender qué ha sucedido) y abstracta (puede poner de relieve la estructura formal de la cosas).

Es por ello que el hombre sería simultáneamente cosa, planta, animal y espíritu, pero todo ello de forma unitaria (p. 47).
Pienso en esto y me vienen a la cabeza nuestras escalas de valores en lo referente al medio ambiente, los animales y la vida humana. Aquí, en nuestra reflexiones sobre este trinomio que conforma la vida, creo que Edith Stein es una ayuda fundamental.

Un saludo a todos!

jueves, febrero 04, 2010

Y Heidegger estaba equivocado: sobre la rehabilitación del humanismo retórico (por Ernesto Grassi)


vitruvian man leonardo da Vinci by Leonardo da Vinci Foundation Italy.
Vitruvian man en flickr

No puedo con Heidegger, es un autor al que le tengo especial manía. Heidegger es oscuro y presenta una inestabilidad conceptual que me pone de los nervios. Alguna vez que lo he trabajado, he terminado utilizando largas citas de él porque no soy capaz de expresar con mis propias palabras lo que dice (siempre temo no estar interpretando correctamente su complejo pensamiento). Y su figura me despierta especial antipatía, con su apoyo al nacionalsocialismo de Hitler y su distanciamiento, al mismo tiempo, de insignes autores judíos convertidos al cristianismo (Husserl o Edith Stein) siendo él rector de la Universidad de Friburgo. No, definitivamente no puedo con él. Tampoco con su rechazo del humanismo.

Sobre este útimo punto es sobre el que quería hablar hoy. El rechazo de Heidegger del humanismo, tal y como muestra Ernesto Grassi en un magnífico artículo (La rehabilitación del humanismo retórico. Considerando el antihumanismo de Heidegger), parte de un desconocimiento importante de la tradición del humanismo retórico: "Heidegger no conocía esta tradición de humanismo italiano, si la hubiera conocido no habría sido capaz de identificar con tanta indiferencia (si me perdonan la expresión) el humanismo con una antropología basada en la metafísica tradicional. Él no tenía más que un conocimiento indirecto del humanismo, con los prejuicios de las interpretaciones modernas que vieran en él un epígono filosófico de la Antigüedad" (Grassi, p. 31).

Grassi es claro en su crítica a las limitaciones de Heidegger con el humanismo. La cuestión está en que Heidegger rechaza el humanismo porque, según él, parte del problema del ser, cuando el problema principal es la palabra, "la palabra como morada del ser", dirá el filósofo alemán. Heidegger rechaza al humanismo por la mismas razones que a la metafísica tradicional, que al empezar por el problema de los entes, es incapaz de animar el problema del Ser.

Ahora bien, Heidegger, según Grassi, identificó erróneamente al humanismo con la antropología (un hablar sobre el hombre) y la metafísica tradicional (preocupada por el problema del ser), porque para la vertiente del humanismo retórico el problema esencial es el de la palabra (no el del ser), la palabra metafórica, histórica, no racional, abstracta. O dicho de otro modo, el hecho de que la lengua vive en la historicidad ligada al tiempo y al espacio y no en una racionalidad abstracta (Grassi, p. 27). Porque la palabra toma su significando dependiendo del contexto o de la situación histórica, por lo que no es racional, sino metafórica.

Las ideas humanísticas, difundidas por Vives (s. XV-XVI), alcanzarían una madurez completa con Vico (s. XVII-XVIII). Pero apareció Heidegger. Y me da que su rechazo al humanismo ha hecho un enorme daño al pensamiento social contemporáneo, que hoy tiene que lidiar, por ejemplo, con el post-estructuralismo delirante de Derrida, autor fuertemente influenciado por Heidegger (al igual que Foucault).

Sería interesante explorar esta cuestión, las influencias posteriores de un autor (en este caso Heidegger) en el pensamiento, cuando el autor en cuestión ha presentado importantes limitaciones en sus interpretaciones (la concepción del humanismo). Aunque yo no lo voy a hacer, este terreno es enteramente filosófico y no puedo adentrarme en él más de la cuenta.

Os preguntaréis que qué hago leyendo a estos textos. Muy sencillo, sigo desarrollando mi apuesta por una comunicología con base en el humanismo para el libro Filosofía y Comunicación, coordinado por Marta Rizo.

Un abrazo a todos!

martes, febrero 02, 2010

El problema de España siempre es el mismo: El Problema


Don Quijote y Sancho Panza by Esther_mdq.

No quiero ponerme excesivamente pesimista, porque no me gustan los alarmismos, ni las posturas milenaristas y apocalípticas del fin del mundo. Esto me suena a rancio y pelín exagerado. Precisamente, asistía a un grupo de trabajo el pasado viernes en el que se hablaba de la existencia en Estados Unidos de un apparatus (en el sentido descrito por Foucault) de ideología conservadora que utiliza el riesgo (los peligros que acechan a la sociedad norteamericana) como arma ideológica y política.

Pero no, no, esta no es la situación en España. En Estados Unidos están que se suben por las paredes con un 10% de paro (ya sabemos lo mermada que anda la popularidad de Obama). En España vamos por el 19% (preparados estamos para el 20%), aunque Murcia, mi Región, ya se ha metido en el 22%. Tenemos índices de desempleo de países en vías de desarrollo. Y desde la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional no paran de darnos toques de atención porque nuestra desastrosa situación es un auténtico lastre para el resto de la Unión Europea. Estamos metidos en el mismo saco que Portugal y Grecia, lo que ya es bastante preocupante (las veces que he visitado estos países he sentido realmente que estaba en el segundo mundo).

El problema de España es El Problema, histórico, agravado generación tras generación por una clase política incapaz de innovar, de preveer y de superar la trayectoria descendente desde el desastre del 98. Pérdida de colonias, dictaduras militares (Primo de Rivera primero) y una República (I y II) inestable que desembocó en lo que la trayectoria y el contexto histórico había fraguado: la dictadura franquista. No, no creo que la dictadura de Franco fuera simplemente una mala jugada del destino (o del conservadurismo rancio y militar), sino que creo fue la circunstancia histórica que parió nuestra propia historia desde el desastre de Cuba (e incluso desde antes).

El desastre del 98 nos dio en las narices un buen mamporro, porque la mayor parte de nuestra clase política no lo vio hasta que no lo tuvimos encima, negaban la evidencia denunciada, entre otros, por los intelectuales (¿no suena esto un poco a Zapatero y su negacionismo frente a la crisis? Concretamente, el 7 de febrero de 2008 ya desayunábamos con la perspicaz visión de nuestro presidente).

Hoy, desde la lejanía, entiendo más que nunca las palabras de Unamuno, quien murió en su casa arrestado tras criticar, ante los militares golpistas, la acción violenta de los sublevados durante nuestra guerra civil: "Me duele España (...) ¡soy español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo!".