Me diréis que siempre estoy con la cuestión universitaria, siempre dándole vueltas a lo que somos y hacemos... Pero también es cierto que para que vengan otros de "fuera" a comentar y analizar este ámbito tan peculiar, es preferible que seamos nosotros, los que estamos dentro, los que ejerzamos el derecho de autocrítica (eso sí, siempre constructiva), que criticar por criticar es absurdo y necio.
BUeno, a lo que iba. La cuestión está en que hoy pinta un buen día para la universidad. Sí señor. Al fin un grupo de alumnas de 1º de periodismo de la UNiversidad Católica de Murcia ha decidido poner en marcha un club de lectura. Maravilloso, simplemente maravilloso. Me diréis que es lo normal, que la universidad está para eso, para fomentar la libre discusión, el debate ilustrado sobre una obra literaria, el intercambio de pareceres... Pues bien, en los 10 años que llevo en la universidad no recuerdo una iniciativa similar, así que tan normal no deberá ser.
Las alumnas van a reunirse cada 15 días en la universidad para charlar sobre una obra concreta. Aquí dejo un par de links de libros que son candidatos a ser "diseccionados" en este club de lectura. El primer listado es una propuesta del profesor Kike Arroyas (aquí); el segundo es una selección propia (aquí) que incluye las recomendaciones de dos de las alumnas que están liderando el club de lectura.
Creo que hoy es un buen día para la universidad.
UN saludo a todos,
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martes, noviembre 06, 2007
martes, enero 23, 2007
Hay que motivar al alumno, pero... ¿quién motiva al profesor?
No es una cuestión ociosa lo que comento en el título de esta entrada, de veras que no lo es. Discutía el otro día con un colega que trabaja en una universidad madrileña (no daré nombres para no herir susceptibilidades) sobre lo de la motivación del alumno y todo eso.
Mi amigo me comentaba que estaba hasta las narices de que sus jefes lo llamaran siempre a capítulo para recordarle que hay que motivar al alumno, que si no estamos perdidos, que es el profesor el que debe transmitir la pasión y el entusiasmo por el estudio etc. etc.
El motivo de nuestra disputa era que yo defendía esa postura, no así mi amigo. Su argumento era claro y contundente (he de reconocerlo, más que el mío): "Es el alumno el que debe venir motivado a clase, el que debe tener pasión por lo que hace, así es como realmente se aprende".
En la discusión que manteníamos (que si la culpa es del profesor, que si es del alumno, que sí, que si no), mi amigo terminó tajantemente diciendo: "¿Y quién me motiva a mí?".
Bonita pregunta. Para responderla voy a a hacer un breve planteamiento. Las clases, los grupos, presentan un comportamiento grupal, más o menos unificado. Así que, aunque el grupo esté compuesto por individualidades, el resultado final es el de un mismo comportamiento. De tal manera, que con los grupos de estudiantes pasa algo parecido a lo que nos ocurre con las personas: con unas nos llevamos bien, con otras mal, con otras ni tan siquiera nos llevamos... Entonces, la cuestión está respondiendo a la pregunta de mi amigo: Si es el profesor el que debe motivar a la clase ¿qué hacer si la clase no responde? ¿Quién motiva en ese caso al profesor?
Por eso, creo que aunque no se lo reconocí en su momento, mi amigo llevaba razón. El planteamiento de partida mío (y el de la directora de departamento de mi amigo) era erróneo, no podemos partir de una clase desmotivada para que ésta sea "activada" por el profesor. El alumno debe venir a clase motivado (porque quiere aprender, porque quiere ser un buen profesional...) y en estos casos el profesor, obviamente, no puede truncar las ansias de su pupilo, así que las expectativas del estudiante han de verse respondidas en clase.
Es decir, que cada cual se motive en casita (o en el trabajo) y todos motivados acudamos a nuestro encuentro con el saber, que así todo saldrá mucho mejor y realmente construiremos academia como hacían nuestros antiguos.
Pobre de mi amigo, toda la tarde discutiendo para al final darle la razón.
Un abrazo a todos!!!
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